FRANCE-COLOMBIA-HOSTAGE-BETANCOURT People demonstrate in front of the Notre-Dame Cathedral, 22 December 2007 in Paris, to call for the release of French-Colombian politician Ingrid Betancourt and others being held by the FARC Colombian rebel group. AFP PHOTO STEPHANE DE SAKUTIN (STEPHANE DE SAKUTIN)
París. Desde 1856, las cuatro principales campanas en la torre norte de la catedral de Notre Dame han tocado cada 15 minutos, sin fallar.
Repicaron por el fin de la Primera Guerra Mundial y por la liberación de París en 1944. Más recientemente, sonaron en honor de las víctimas del 11 de setiembre.
Incluso, tienen nombres extraídos de santas francesas: Angelique-Françoise, Antoinette-Charlotte, Hyacinthe-Jeanne y Denise-David. Pero en el 2012, serán fundidas y reemplazadas por otras nueve, que son nuevas, con el propósito de reproducir el sonido de las campanas originales de Notre Dame del siglo XVII.
La sustitución de las campanas, que se menciona sin fanfarrias en una placa dentro del recinto, provocó un barullo reducido, pero muy parisino. Algunos consideran que las campanas del siglo XIX son testimonio incomparable de la historia francesa, famosas por El jorobado de Nuestra Señora, de Víctor Hugo, y una parte indestructible del patrimonio francés.
Patrick Jacquin, rector de la catedral y gestor el proyecto, defiende la autenticidad. “No es destruir las campanas. Es intensificar el sonido de Notre Dame’'.
Deterioro. Las campanas, fundidas con una aleación de bronce, pueden parecer indestructibles, pero no duran para siempre. Pueden desgastarse y perder el tono, que es lo que algunos campanologues , o expertos en campanas, dicen que les pasó a las de Notre Dame.
“Este es el conjunto de campanas más terrible de Francia. Están dañadas y mal afinadas’', opinó el experto, Herve Gouriou.
Sin embargo, para algunos ardientes defensores del patrimonio francés, como Xavier Gilibert, de 37 años y director de una organización no gubernamental, las campanas no solo son un símbolo de París, sino también un patrimonio de todo el mundo.
“Repicaron en momentos fundamentales de nuestra historia’, Van a desaparecer, y nadie sabrá de ello”, dijo Gilibert.
El costo del reemplazo de las campanas asciende a $3,5 millones y es parte de un proyecto de renovación para celebrar el 850° aniversario de la catedral el año entrante, que también incluye la instalación de un nuevo sistema de iluminación, pues el actual está obsoleto y consume mucha electricidad, así como de su famoso órgano.
No se reemplazarán todas las campanas. Se preservará la gran campana Bourdon Emmanuel de 1681, que cuelga en la torre sur y se considera una de las más bellas de Europa.
Repica en importantes celebraciones religiosas, visitas papales, funerales presidenciales y conmemoraciones. Cuando murió el papa Juan Pablo II, en el 2005, a la edad de 84 años, la Bourdon Emmanuel sonó 84 veces.
A pesar de las inquietudes de personas como Gilibert, los expertos solo consideran que la Bourdon Emmanuel tiene un importante significado histórico.
Las campanas más pequeñas se fundieron en el siglo XIX, lo cual muchos historiadores franceses consideran reciente; el metal es de baja calidad y producen un sonido disonante, dicen los expertos.
Antes de la Revolución Francesa, Notre Dame tenía 20 campanas famosas que repicaban en las torres norte y sur del edificio. Sin embargo, después de la Revolución de 1789, se fundieron todas las campanas, excepto una, para hacer cañones, ya que los revolucionarios destruyeron todos los símbolos religiosos e, incluso, sostuvieron reuniones de propaganda en la catedral. (Cerca de 80 % de las campanas de toda Francia desapareció después de la Revolución Francesa.)
“Hasta 1856, la campana que quedó sirvió solo como alarma’”, dijo el reverendo Jacquin. “La iglesia sonaba solo para alertar a las personas, incluso de epidemias”.
Los revolucionarios confiscaron la campana Emmanuel, pero nunca la destruyeron. Se volvió a colocar en la torre sur a instancias de Napoleón, en 1802.
En 1856, Napoleón III proporcionó cuatro campanas a Notre Dame – las que están actualmente – para celebrar el bautizo de su hijo y remplazar las que se perdieron en la Revolución.
La esperanza de Jacquin es reproducir la composición original de las campanas, del siglo XVII, y “recuperar la consonancia y la armonía de las campanas que existió antes de 1789”, explicó. El sacerdote se basa en un archivo que dejó Eugene Viollet-Le-Duc, un famoso arquitecto del siglo XIX.
Viollet-Le-Duc, quien restauró la catedral entre 1845 y 1865, también deseaba recrear la antigua armonía de la iglesia.
Reconstruyó el campanario, hizo agujeros en las paredes y vigas de la iglesia para sostener a las campanas nuevas. Sin embargo, se abandonó el proyecto.
Las campanas nuevas, dijo Jacquin, tendrán el mismo peso y el mismo diámetro que las antiguas y están diseñadas para producir las mismas notas. Repicarán como lo hicieron durante el antiguo régimen, con resonancia más profunda y un tono más bajo que el de hoy.
Jacquin pronto solicitará ofertas a los últimos cuatro fabricantes de campanas que quedan en Francia. En setiembre pasado viajó a Estados Unidos donde, según él, hay hay gente interesada en campanas con el fin deencontrar patrocinadores para la renovación. El proyecto también esrecibe financiamiento del Estado.
Fernando Gabrielli, de 48 años, es un cantante brasileño de jazz, quien se asentó en París hace 11 años y llama a Notre Dame “mi catedral”. Es un severo crítico del proyecto de Jacquin y considera que la destrucción de las campanas icónicas es un crimen. “Son la música del mundo”. Gabrielli dirige una cruzada en Internet para denunciar lo que denominó “un escándalo mayúsculo”', para dar la voz de alarma sobre la destrucción de las campanas actuales con canciones y videos publicados en YouTube. Se filmó cantando a capela junto a las campanas repicando, e, incluso, le escribió una carta al Papa en su página en Facebook.
“Mi muy querido Benedicto XVI”, dice la carta, “me duele inmensamente enfrentar el riesgo de perder para siempre estos tesoros de Francia, que son tan queridos para mí”.
Ghislaine Avan, de 47 años, una coreógrafa y bailarina, usa las campanas de Notre Dame como sonido del correo de voz en su teléfono celular. “Las campanas son una resonancia, una canción, una vibración”, expresó Avan. “Cambiarlas es una absoluta tontería”.
Sin embargo, algunos expertos dicen que la renovación de las campanas es un acto creativo, no solo una réplica del pasado.
Philippe Paccard es el dueño de la Fonderie Paccard, la fundidora de campanas más antigua de Francia, la cual se fundó en 1796. “La tradición dicta que los fabricantes de campanas nunca las renuevan en forma idéntica”, explicó.
El padre de Paccard construyó la campana de libre oscilación más grande del mundo en Newport, Kentucky. También hizo el carillón de la Universidad de California, Berkeley, y las campanas de la catedral de San Patricio en Nueva York. Su compañía también diseñó las de la basílica del Sagrado Corazón en Montmartre, que se sabe son las más grandes de Francia.
“Las campanas son como los seres humanos”, dijo Paccard. “Viven y, un día, se apagan’”.