Berlín. El imaginario de la pintora mexicana Frida Kahlo (1907-1954) tomó Berlín de la mano de una gran retrospectiva en el museo Martin-Gropius-Bau, con más de 150 obras, que bucean en el fascinante y poético universo de la artista.
“Queremos retratar a la pintora, no a la santa”, afirmó la comisaria de la muestra, Helga Prignitz-Poda, quien aseguró que ha supuesto “un gran desafío” llevar a Berlín la mitad de las obras de la artista.
“Frida Kahlo. Retrospectiva”, que podrá visitarse hasta el 9 de agosto, reúne pinturas y dibujos procedentes de 45 colecciones privadas de todo el mundo, incluidas las dos más importantes, la Dolores Olmedo y la de Jacques y Natasha Geldman, ambas mexicanas.
La sobrina de la artista, Cristina Kahlo, quien se sumergió en el archivo familiar para componer la selección fotográfica de la muestra, la describió como poeta y activista política, como una “mujer fascinante y polifacética” que creció “posando ante la cámara de su padre”, el fotógrafo Guillermo Kahlo, de origen alemán.
Las instantáneas familiares reunidas en Berlín consiguen, en su opinión, hacer “entendible” a la artista como complemento a sus pinturas y dibujos.
Frida Kahlo. Retrospectiva viajará, tras su paso por la capital alemana, al Kunstforum de Viena, cuya comisaria destacó que “la pena y el dolor” que sufrió Kahlo “la convirtieron en una heroína” y fortalecieron la atracción que genera su figura en el público.
Marcada por un accidente de autobús que le dejó secuelas físicas permanentes y la postraron en cama durante años, y por una turbulenta relación con el muralista Diego Rivera, la selección de obras del museo berlinés se adentra en los recovecos del dolor, tanto físico como emocional, de la artista.
Kahlo, uno de los máximos exponentes del arte latinoamericano de la primera mitad del siglo XX, está presente en el Martin-Gropius-Bau a través de sencillos dibujos, retratos de amigos y vecinos, surrealistas torbellinos de color, criaturas míticas y dioses aztecas, bodegones coloristas y escenas de folclore mexicano.
Pero son sus celebérrimos autorretratos, que centran varias salas de la exposición, los que ahondan en el íntimo imaginario de la pintora, herida por espinas, ubicada en localizaciones exóticas o con su amado Rivera dibujado sobre la frente.
De las imágenes más vitales y coloridas la muestra evoluciona a obras más sombrías como “La columna rota” (1944) y “Henry Ford Hospital” (1932) , pintada tras un aborto de la artista durante un viaje a Estados Unidos, en el que aparece, ensangrentada, sobre una cama, junto al dibujo de un feto muerto.
Con motivo de la exposición del Martin-Gropius-Bau, el Instituto Iberoamericano de Berlín organizará una serie de ponencias centradas en la figura de Kahlo que abordarán cuestiones como relación artística de México y Alemania, el diario de la pintura y su conexión con el surrealismo.