Esta fotografía pertenece a mi serie Fiesta de los Congos y los Diablos, que he seguido desde el año 2003: una de las representaciones más coloridas de la provincia de Colón, en Panamá. Me gusta ir a un pueblito ubicado en la Costa Arriba, llamado Nombre de Dios, uno de los primeros asentamientos europeos creados en el istmo de Panamá y en el continente americano. Realicé la imagen el 25 de febrero del 2004, y aún está en formato digital.
Los orígenes de esa tradición se remontan a la época colonial, cuando los españoles trajeron esclavos de África a trabajar a las plantaciones de Panamá. El juego nació en los palenques, lugares donde se refugiaban los negros que escapaban de sus amos. Se recuerdan así tradiciones, bailes, cantos al ritmo de los tambores, y se representa un enfrentamiento con la figura del Diablo.
Otro dato interesante: la fiesta se realiza el Miércoles de Ceniza, día que marca el inicio de la Cuaresma, desde el mediodía hasta el atardecer. En esa fiesta, los descendientes de africanos se mofan de la opresión religiosa que se sufría.
Procuro llevar lo esencial cuando trabajo. Conocer el equipo y la técnica es importante, pero son sólo medios para registrar lo que me interesa. Me gusta usar lentes fijos y luminosos. Puedo lograr mejores imágenes con una buena óptica. El lente de 28 mm es uno de mis favoritos; no me distorsiona la imagen, y con su gran angular puedo realizar buenos retratos –algo que aprendí de Ernesto Bazan, fotógrafo italiano–.
Actualmente, casi no uso el lente largo; además, por el alto costo del equipo fotográfico, prefiero tener pocos lentes, pero de calidad.
No me gusta atraer la atención con mi cámara, y aplico la idea de no invadir el espacio del otro. No hago la imagen si observo un cambio de actitud en una persona ante la cámara.
Deseo mantener una posición ética en mi trabajo. No me gusta crear efectos desde la toma inicial, ni hago posar las imágenes o que la gente pose ante mí. La imagen se vuelve así falsa y no puedo captar la verdadera esencia de las personas.
Me interesa editar y componer la imagen desde el visor. Recordando al gran fotógrafo Robert Capa, he procurado seguir el consejo que me dio mi primer profesor de fotografía, el japonés Taizo Shibuya, en el antiguo CUNA (Colegio Universitario de Alajuela). Ese consejo me impulsa a estar cerca; si no logro la imagen que quería, es que no me acerqué lo suficiente.
No abuso del programa Photoshop, no intervengo mis imágenes ni hago montajes. No me formo una idea de las imágenes antes de llegar a un lugar, y sé que no siempre puede hacerse una buena foto en el primer momento. Después de la toma, deben estudiarse las imágenes: no enamorarse de ellas por un simple detalle, sino “leer” toda la imagen en su contexto.
Hay que observar a la gente, entender cómo funciona todo sin caer en los prejuicios. Del maestro mexicano Héctor García aprendí que debemos dejarnos asombrar pues en cualquier parte siempre hay algo para fotografiar.