En 1590, murió en prisión el conquistador español y fundador de la ciudad de Monterrey, Luis de Carvajal y de la Cueva, después de sufrir seis meses de tortura. La mayor parte de su familia fue ejecutada el 8 de diciembre de 1596. Su delito fue uno de aquellos que también suelen llamarse “pecados”: el Tribunal del Santo Oficio (Inquisición) los envío a la hoguera por practicar el judaísmo.
Acontecimientos como ese intrigaron a Doreen Carvajal sobre su apellido. La periodista emprendió la ardua faena de armar su rompecabezas genealógico con el fin de comprobar su ascendencia judeosefardí.
Así determinó su relación con la familia Arias Dávila, cuyo origen judío la obligó a convertirse al cristianismo. Isabel Arias Dávila fue hija de ese linaje y se convirtió en la esposa del conquistador Juan Vázquez de Coronado, adelantado y primer gobernador de Costa Rica.
Doreen reunió las experiencias de su búsqueda en el libro The Forgetting River (Lo que el río calla, en español), que se publicó en inglés en el 2012 y se publicó en español este mes. Carvajal ha trabajado durante 25 años como reportera y actualmente es corresponsal, desde París, para International Herald Tribune y The New York Times .
La periodista nacida en California teje los hilos de su historia con un texto que es, a la vez, biografía, novela y crónica periodística. Su libro inicia en un pueblo blanco español, Arcos de la Frontera, donde hurga en cada centímetro en busca de su pasado.
Carvajal visitó el país en abril pasado y conversó con Áncora sobre su experiencia y su obra, que se convirtió en un best seller el año pasado.
–¿Cuándo inició su reflexión sobre su pasado?
–Cuando uno es más viejo, empieza a pensar en la vida y en la de las próximas generaciones. Comencé a preguntarme sobre mi familia después del 11 de septiembre del 2011 y de todas las muertes de los atentados.
”Además, cuando trabajaba como periodista en Nueva York y Filadelfia, la gente siempre me preguntaba por mi apellido, Carvajal, que allí era muy raro. En Filadelfia, un ladino que me dijo: '¿Sabés que ese es un apellido judío?'. Me dio curiosidad, pero no significó nada para mí porque yo crecí como católica en California.
”Después de ir a Europa para cambiar mi vida, me pregunté: '¿De dónde soy?, ¿cuál es mi identidad?'. Allí comencé a buscar mis raíces. Mi padre tenía un gran libro con el árbol genealógico de la familia y tuve algo para empezar.
–¿Cuál era su relación con Costa Rica antes de investigar sobre su apellido?
–Aprendí español en Costa Rica y viví con una prima y mi tía abuela Luz. Fue muy interesante porque ella era la mujer que guardaba todos los secretos de los sefarditas, pero nunca le pregunté nada al respecto porque yo no tenía ninguna sospecha de ser sefardita. Cuando mi tía abuela Luz murió, un primo encontró una menora [candelabro de siete brazos] en su dormitorio.
”Después tuve una buena relación con una prima de apellido Valverde, que también estaba en la lista de apellidos sefarditas. Al iniciar mi búsqueda le escribí, y ella, mediante un largo mensaje, me dijo que su madre siempre había dicho que eran sefarditas. Allí tuve una pista para empezar a buscar información.
”Mi problema es que empecé con la línea de Carvajal y fue difícil porque, como sucede con los árboles familiares, uno topa con un muro imposible de cruzar. Descubrí un certificado de nacimiento que solo decía ‘Hijo natural’, sin indicar el padre. Era claro que alguien usó el apellido de su madre. Eso me hizo detener mi búsqueda durante mucho tiempo”.
Doreen Carvajal se motivó por conocer ese pasado después de que el Gobierno de España anunciara que discute una modificación del Código Civil para brindar la nacionalidad española a los descendientes de judíos expulsados por la Corona española en 1492.
No obstante, el proyecto de ley se encuentra aún a medio camino y, para pedir la ciudadanía, los solicitantes deberán comprobar su ascendencia sefardí. Para Doreen, lo más valioso es conocer esa parte de la historia que incluye también a sus antepasados.
–¿Qué encontró cuando buscó la historia de su familia en España?
–Cuando busqué en mis raíces, pensé en la importancia de visitar la patria para conocer la historia, la geografía, la cultura, la cocina, la música, el arte e incluso símbolos en edificios.
”Mi objetivo era saber qué había pasado: ¿por qué mi gente guardaba tantos secretos?, ¿por qué después de tantas generaciones?
”Por ello, con mi marido y mi hijo fui a Arcos de la Frontera, en el sur de España. Es un pueblo blanco, acogedor, con una gran historia que se suscitó durante la existencia de la Inquisición.
En su paso por España, Doreen reconoció símbolos de la Inquisición anclados aún hoy en la arquitectura. “Hay una sinagoga muy hermosa, pero no tiene ninguna marca de que fuese un templo. Ahora hay un centro de cultura en su lugar, pero con un símbolo verde, el color de la Inquisición”, señala Carvajal.
La periodista explica que algunos iconos judíos, como la estrella de David, puede hallarse también en algunas lápidas de los cementerios costarricenses.
–¿Allí decidió recomenzar la búsqueda?
–Mi nueva estrategia fue buscar otra línea de la familia. Empecé a mirar la línea de los Chacón, de mi abuela Ángela y su padre, Álvaro Chacón. Gracias a esta línea pude buscar varias generaciones y, mediante Internet, pude armar el rompecabezas.
”Una noche estaba jugando con un sitio de Internet y descubrí el nombre de Isabel Arias Dávila. Ella fue la mujer del gobernador de Costa Rica, Vásquez de Coronado.
”Después miré los libros de historia y hallé que ella tuvo una gran familia, investigada por la Inquisición en Segovia. Fue la primera vez que vi que ella y yo teníamos una conexión. Determiné que también debía ir a Segovia porque necesitaba saber más.
–¿Cómo comprobó su ascendencia judía en su visita a Segovia?
–En Segovia visité todas las casas de esa familia y empecé a hablar con la gente. En cada pequeña ciudad de España hay un cronista, alguien que conoce toda la historia.
”Di con alguien que escribía sobre la familia, y él mencionó un libro que contenía información de 200 personas interrogadas por la Inquisición para saber qué hacía la familia Arias Dávila: sus comidas, sus oraciones y la manera de enterrar a sus muertos. Todas fueron pistas para saber si la familia actuaba como criptojudíos [practicantes secretos del judaísmo].
–¿Por qué decidió titular “El río olvidado” a su libro?–En Arcos de la Frontera está el río Guadalete, que en árabe significa “Río del Olvido”. Para mí, esta investigación fue recuperar todo lo olvidado en mi familia. Creo que hacerlo es un interés universal, no solamente de los judíos.Cada familia tiene una historia, un detalle o un secreto que tiene un impacto. Espero que mi libro pueda ser una luz para que otras personas busquen el origen de su familia ya que tiene un gran poder.”Algunos estudios de la Universidad de Emory, en los Estados Unidos, hablan sobre el poder de las cuentas pendientes de la familia. Los niños que saben todo lo que ha pasado con la familia, los problemas, las batallas, tienen más confianza ya que conocen que son parte de algo más grande.