Muchos caminan sobre los adoquines de la avenida Central y pasan por alto los rostros y las figuras que la caracterizan; entre tanto, otros recorren un largo lienzo de 14 metros, colocado en el piso de la Galería 1887. Aquí se representa una avenida Central diferente, creada a partir de las pinturas y las experiencias del artista visual David Garrigues.
La recreación de Garrigues lleva por nombre Crónicas de lo intangible y se expone en la Galería 1887, del Centro Nacional de Cultura (CENAC). La muestra se compone de 59 retratos, un mural y una instalación, una pintura de gran formato colocada sobre el suelo como si fuese una alfombra. “La idea de la exposición era que toda la galería fuera una sola obra”, explica Garrigues.
David Garrigues Herrera es un artista joven y en el 2010 concluyó sus estudios de pintura en la Universidad de Costa Rica. Sin embargo, toda su vida ha estado relacionada con el arte: estudió en el Conservatorio de Castella, de donde se graduó en el 2004. También integra el Círculo de Artistas Emergentes Costarricenses (véase el recuadro).
David utiliza desechos como materia prima para sus piezas; por ejemplos, ácidos para grabado, y pinturas que han superado su fecha de caducidad. En Crónicas de lo intangible , Garrigues establece un paralelismo entre sus materiales degradados y los temas de sus piezas: los rostros olvidados y desechados de la sociedad.
Degradaciones creadoras. Los materiales que Garrigues manipula proveen a las obras un aspecto de desvanecimiento y degradación, en el cual dominan los tonos ferrosos y rojizos. Un ejemplo es la instalación que recorre toda la sala de exposición, Paso colateral , un gran lienzo que remite al expresionismo abstracto de Jackson Pollock .
“Con esta obra pretendo transmitir la descomposición de San José; ella representa la avenida Central y nuestra indiferencia ante el mundo ya que pasamos por encima sin que importen los demás”, declara David.
Paso colateral también es un reto para los espectadores que ven la tela en el suelo ¿Qué harán las personas que visiten las exposición: rodearán la obra o pasarán sobre ella? Darrigues confiesa sentir curiosidad al respecto. “Sobre todo me interesa ver cuál es la reacción que haya al ‘agredir’ una obra de arte”, manifiesta.
De la misma forma, las 59 pinturas de la exposición evidencian aquella estética de la degradación. Algunas insinúan rostros, mientras que otras se difuminan en manchas de ácido que remiten al expresionismo de Francis Bacon y los inquietantes rostros que creó la pintora alemana Käthe Kollwitz .
Todos esos 59 cuadros corresponden a un solo nombre, Avenida , y se dividen en tres series ubicadas en diferentes secciones de la galería.
Químicos y pigmentos. Las sensaciones que Garrigues logra transmitir con sus piezas son productos de una técnica que él mismo ha desarrollado, en gran parte, mediante la prueba y el error. El artista empezó a experimentar con los ácidos y las pinturas hace cuatro años, como parte del último curso de pintura en la universidad.
“En ese momento yo estaba en los énfasis de pintura y de grabado. La Escuela inició una política de buscar nuevas técnicas que hicieran más sostenible el grabado para que no dañara tanto el ambiente. Así se desarrolló una resistencia al uso de los ácidos. Yo pedí permiso para llevarme un poco de esos químicos a la casa y allí empecé a experimentar. Si la idea del ácido es quemar la placa, yo la usé para pintar”, cuenta el artista.
Para crear sus “pigmentos”, Garrigues toma ácido muriático como base, después echa clavos de hierro que transforman el ácido muriático en ácido ferroso o ácido férrico. Las variaciones de color las obtiene a través de la cantidad de metal que utilice, aunque también echa mano del agua oxigenada para lograr diferentes tonalidades.
El tiempo también es un factor determinante para el resultado final. “Si dejo los ácidos unas horas, dan un color, pero, si dejo a la reacción química actuar por un día, genera otro tono”, explica David.
El sellado es el paso final del proceso, pero uno de los más importantes. Si no lo aplicase, los ácidos continuarían con el irreversible proceso de degradación del pigmento y de la tela que utiliza como soporte.
“El ácido es un material completamente agresivo, y la descomposición siempre es agresión hacia el material”, indica David. Por ello utiliza goma y ácido acético para fijar los colores y darles durabilidad a las piezas.
Miradas ante la ausencia. Recientemente, el joven artista se ha enfocado en investigar más el arte nacional. Reconoce que en Paso colateral existen influencias de la obra de Pedro Arrieta, Rafael Ottón Solís y José Pablo Solís.
“También me gusta el pensamiento de Joaquín R. del Paso: que la pintura aún sirve para comunicar, y por esto no dejo de pintar. Puedo hacer instalaciones o video, pero la pintura me sigue gustando”, manifiesta David.
Su interés por comunicar mediante la pintura está presente en los 59 retratos que componen Avenida. Cada pintura es un dibujo de una persona diferente de San José, por lo general indigentes, vendedores ambulantes o inmigrantes, relegados a una posición marginal.
“Esa es mi forma de practicar el dibujo: sentarme en cualquier lugar de San José para dibujar a las personas. En ocasiones, ellas se sientan a hablarme”, expresa el pintor, y así se comprende el título de su exposición: Crónicas de lo intangible .
Cada pieza es una historia que Garrigues escuchó y que sintetiza mediante un cuadro que remite a un microrrelato.
Esos “microrrelatos visuales” son rostros ambiguos que fijan su mirada en el espectador.
Las pinturas dialogan con las monstruosas siluetas del mural Los clasificadores que, según el artista, “representa a aquellos que uno nunca ha visto, pero que están ahí; son aquellos que determinan las clases sociales: los inmigrantes, los pobres… o los que están arriba”.
Garrigues recuerda a los personajes olvidados de la sociedad, mediante la creación de una avenida Central metáforica, de la que él se considera parte: con ese transcurrir de rostros e historias, él convierte materiales degradados en notables piezas de arte.