En el currículo de Paulo Montoya sobresalen ocho montajes operísticos, en los que su nombre ocupa el crédito de director escénico.
El costarricense se ha abierto camino en el mundo de las artes en Sídney, Australia, donde vive desde los 16 años, cuando dejó San José y emprendió un nuevo rumbo junto a su madre.
Ahora, con 28 años, ha trabajado con la Harbour City Opera, la Pacific Opera y la Sídney Independent Opera , pasando por puestos como secretario del director, asistente de dirección y asistente de producción. En el 2012, dio un gran paso al debutar como director escénico en La Bohème , de Giacomo Puccini.
Su puesto actual conlleva la producción de la escenografía, iluminación, vestuario, así como la conceptualización de la interpretación de cada pieza con los actores, para evaluar su movimiento, expresión y capacidades interpretativas.
“Desde los 8 años hasta los 23 me dediqué a convertirme en golfista profesional y en la universidad entré a estudiar Ciencias Políticas, pero en el 2009 decidí trabajar en la ópera: ya no quería ser ni golfista profesional ni científico político”, comenta Paulo.
Montoya asegura que de no ser porque salió a “tocar puertas” no habría obtenido el puesto que hoy cubre. Además, agrega que su conocimiento se ha ido ampliando de manera autodidacta, ya que no tiene estudios formales en campos como la dirección, canto u actuación. “Me eduqué leyendo sobre cada compositor, poeta y obra”, dice.
Actualmente, Montoya se encuentra rastreando posibilidades de trabajar en algún grupo germano de ópera cuyo repertorio, asegura, es su favorito.
Dentro de pocas semanas, el costarricense participará en el montaje de Mozart und Salieri, de Rimsky Korsakov, y más tarde este mismo año será el director escénico de Pagliacci (Leoncavallo), mientras que ya tiene asegurada su participación en dos espectáculos más de la Sydney Independent Opera.
Montoya asegura que a mediano plazo espera venir al país a contribuir a que el público costarricense aprecie más la ópera.