Una joya marca la diferencia en el vestuario. Ese accesorio es una especie de arma de doble filo y su elección exige el mismo cuidado que la escogencia de los zapatos, el maquillaje o el peinado que complementarán el atuendo.
“Hay gente que le gusta comprar accesorios, pero no los sabe llevar y a otros les da miedo comprar. Hace falta un poco más de cultura en lo que es usar las piezas”, opina el diseñador Eddie Abarca .
El artista es uno de los principales exponentes de la joyería artesanal costarricense. Tiene más de seis años en el mercado, con una marca que incluso ha trascendido fronteras.
Abarca cambió las leyes por el diseño de joyas, actividad a la que define como su pasatiempo.
Sus trabajos se caracterizan por la exclusividad y la cuidadosa elaboración de piezas con piedras semipreciosas, diferentes tipos de perlas, cristales checos y alpaca o piedra alemana.
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“Trato de no hacer dos piezas iguales. Si me piden que repita algún diseño, le aplico variaciones. A la gente le gusta andar con algo que nadie más tenga, por eso lo de la exclusividad”, cuenta.
Su catálogo incluye collares, pulseras, aretes, gargantillas, llaveros y cadenas para faja, en líneas para hombre y para mujer.
“El hombre se está arriesgando más a usar accesorios y eso me obligó a crear la línea para caballeros”, afirma.
Su colección masculina es la más reciente, pues sus primeros pasos en el diseño los dio jugando con sus sobrinas. Con ellas elaboró accesorios básicos con abalorios plásticos; luego, diseñó collares y, durante una reunión de excompañeras, los regaló.
De esa reunión surgió un contacto para complementar la colección que el diseñador Miguel Fernández mostraría en el Fashion Week del 2009. Desde el 2011, los diseños de Eddie Abarca son plato fuerte en el desfile anual.
“Cuando hice la colección para Miguel comencé a crecer y la gente me fue conociendo por mis propuestas diferentes y exclusivas”, dice en su oficina, mientras muestra algunas de sus creaciones.