El 2015 no fue un año particularmente sencillo para el sector cultural costarricense, especialmente durante los primeros meses del curso.
El fracaso del Festival Internacional de las Artes, durante el primer semestre del año, fue un golpe bajo para el gremio y para el público.
Sin embargo, hace falta mucho más que un desastre burocrático para traerse abajo los esfuerzos y los ánimos de quienes trabajan por la cultura de este país.
La oferta fue generosa, y apuntó a todo tipo de público, toda clase de presupuesto y toda suerte de escenarios.
Reza el cliché que quien se quedó en casa fue porque no quiso salir, y su buena cuota de razón tiene.
Pequeños teatros o presentaciones de grupos circenses de clase mundial, espectáculos de butoh, bailarines de breakdance o espectáculos con horas de retraso.
Música, baile, teatro, circo.
Como viejos óleos, las siguientes fotografías capturaron un año de arte.
Los bailarines Laura Murillo y Javier Jiménez posan sobre el techo del mayor templo artístico del país: el Teatro Nacional.
Foto: John DuránNicole y Marta González Días practican el cello; las hermanas estudian en el Sistema de Educación Musical, en Pavas.
Foto: Mayela LópezEl concierto
Y por qué no, en homenaje a la música nacional ochentera, tuvo atrasos que molestaron al público.
Foto: Rafael MurilloDescenso al infierno, una obra de butoh (mezcla entre danza y teatro japonés), fue una mezcla de arcilla y fuego.
Foto: Jorge NavarroEl Cirque du Soleil visitó el país por segunda vez en abril, con el espectáculo
Corteo.
Foto: Albert MarínEn
Dominó en la noche de los Montes de Oca, el director Rogelio López exploró la relación entre el cuerpo y la cama.
Foto: Rafael PachecoBeau-ty puso en el escenario a una figura con barba y lencería: un ataque a los cánones del sistema de la belleza.
Foto: Gabriela TellezEl hip-hop lleva 35 años creciendo en el país. El
breakdance es uno de los pilares sobre los que se sostiene.
Foto: Rafael MurilloEditores fotográficos: Adrián Arias y Marvin Caravaca.