Limón. A eso de las 7:30 a. m. de cada día, el hombre sale en su moto, desde barrio Pueblo Nuevo, a recorrer los rincones de esta ciudad para vender tiempos. Libreta y lapicero es todo lo que necesita.
Pasa Brisas I, Brisas II... luego La Colina, Ceibón, Limoncito y así hasta llegar al centro, cerca de las 10:30 a. m.
Cuanto más temprano salga, hay más chance de atrapar a la gente cuando va para el trabajo. Su clientela es muy diversa: le compran desde empleados de los puertos hasta maestras, estudiantes e incluso policías.
El hombre, de 50 años y originario de Sixaola, se especializa en la venta de tiempos panameños. Coloca números para los sorteos de miércoles y domingos a mediodía.
En una venta de regular a mala, dice, un vendedor puede ganar unos ¢110.000. De ese monto, solo le quedan de ganancia entre ¢17.000 y ¢18.000. El resto de lo recaudado va a dar a las manos del banquero.
Un día bueno para el vendedor de tiempos es cuando se lleva entre ¢ 30 .000 y ¢40.000.
Los que tienen mucha experiencia llegan a sacar hasta ¢300.000 por sorteo.
Antes, él fue copero y peón de fincas bananeras, pero ahora se gana la vida colocando los números para este juego y con la venta de tarjetas telefónicas.
Con el grito de “ What play today? ” anuncia su llegada.
Esa es la expresión de la gente Limón para preguntar si ya compró tiempos y a cuál número le va a jugar.
“Desde siempre, se juegan los tiempos. Juega la mitad de la población y un poquito más”, dice este “pulseador”, como se autodefine. Su nombre prefiere que mantenerlo en reserva.
Según cuenta, así como hay compradores, también son muchos los que están en el oficio.
Para dedicarse a ese trabajo, explicó el limonense, se requiere clientela, la banca, la lista en la libreta y el lapicero.
Luego vienen otros atributos, como ser ágil para las matemáticas porque no se puede vender de manera indiscriminada un solo número. Por ejemplo, enfatiza, no se le pueden poner más de ¢5.000 a una sola cifra.
Se trata de restricciones que pone la banca para evitar el riesgo de que la quiebren.
Al banquero hay que llegar con las listas una media hora antes del sorteo.
Si un vendedor “pegó premio”, de una vez le dan la plata para que vaya a entregarla a los ganadores, al tiempo que le dan la parte que le corresponde.
La mayoría de los dueños de banca en Limón son chinos y algunos tienen hasta 30 vendedores. A este trío –compradores, venderos y banqueros– lo une la extrema lealtad.