Al ser las 8:15 a. m. del miércoles, luego de sonar la pitoreta y de poner en marcha el tren de dos vagones hacia Alajuela, Víctor Mena empezó a contar la historia de su vida a bordo de los trenes: primero, jalando almuerzos para las cuadrillas de mantenimiento, y 47 años después, como maquinista.
Su trabajo es difícil: debe estar atento al camino, a las instrucciones que llegan desde la central de comunicaciones, y a las constantes imprudencias que cometen peatones y conductores en las calles.
Él se califica a sí mismo como “muy escandaloso”, pues le gusta tocar la pitoreta con mucha frecuencia. Sabe que a muchos les molesta, pero prefiere eso que la posibilidad de que ocurra un accidente.
A la mitad del recorrido, el maquinista señala un punto al lado de la vía y cuenta que justo en ese lugar, el día anterior, estuvo a punto de ocurrir una tragedia.
“El muchacho va por la orilla, de espaldas y con audífonos. Yo iba para Alajuela, pitando y pitando. Cuando me percato, se mete a la vía. Yo pongo la emergencia (el freno) y le grito: ‘¡Quítese! ¡Quítese!’, con aquella desesperación. Lo golpeé con la trompa. Por dicha, el tren andaba con la trompa de otro tren, que es más baja, y lo sacó, no se lo tragó. Pero yo me bajé pensando que estaba desbaratado”, recordó Mena.
En los 60 minutos que dura el recorrido, a través de la ventana desde la que se observan los rieles, es evidente por qué Mena cuestiona a los choferes.
“Aquí no hay educación vial; a cada rato se meten”, se quejó.
Es cierto: en la mayoría de los cruces con las calles, en especial las más transitadas, los vehículos atraviesan las vías férreas a escasos metros del tren, asumiendo que tendrán tiempo suficiente para pasar.
Las maniobras que el maquinista lleva a cabo para evitar los impactos funcionan la mayoría de las veces, pero no siempre.
Eso fue lo que ocurrió la noche del 11 de marzo del 2016 a las 7 p. m., cuando faltaban apenas un par de minutos para que la máquina número 81 llegara a la estación del Atlántico.
“Venía yo de Cartago con cuatro coches. Hay carros haciendo el alto y ese carrito venía y se me metió de pronto, y lo pegué contra el portón. Ahí murió el muchacho (...). Viera qué cosa más triste. Yo duré varios meses sin poder dormir, pero son cosas con las que hay que convivir”, expresó con pesar.