Antes de salir de las curvas, Víctor Mena toca la pitoreta con insistencia, y baja la velocidad al aproximarse a los cruces. Él sabe que no está obligado a hacerlo, pero 47 años de trabajar con trenes le han enseñado que las precauciones nunca sobran.
La enorme y pesada máquina Apolo que maneja Mena viaja a 40 kilómetros por hora, pero eso no impide que cada día, en los puntos donde las calles y la vía férrea se cruzan, muchos conductores prueben su suerte y atraviesen los rieles a pocos metros del convoy.
Esas actitudes son la causa de que, entre el 2013 y el pasado 14 de febrero, se hayan registrado 283 colisiones con el tren. El año más violento fue el 2016, durante el cual hubo 118 choques: 42 en la ruta San José-Cartago, 41 en la ruta San José-Heredia-Alajuela, 28 en la vía a Belén y siete en otros servicios especiales de Incofer.
Hubo abolladuras, piezas quebradas, viajes cancelados y tiempo perdido para los usuarios. No obstante, aun cuando las colisiones no son culpa del Instituto Costarricense de Ferrocarriles (Incofer), la entidad asume todos los costos.
De acuerdo con Christian Vargas, presidente ejecutivo del Instituto, la vía para cobrar los daños ocasionados a las máquinas es la conciliación en los tribunales de tránsito.
No obstante, explicó el jerarca, el proceso es tan engorroso que el pago suele exigirse solo cuando el choque lo ocasiona un vehículo pesado, ya que los daños son considerables, mientras que con los automóviles y motocicletas, es más difícil cuantificar las pérdidas.
“Ellos (los trenes) son hasta cierto punto resistentes, por lo que no podemos estar diciendo: ‘bueno, por este daño deme ¢200.000’”, dijo Vargas.
Es por esa razón que durante el 2016, el Incofer logró recuperar solamente ¢3 millones, correspondientes al pago que hizo una única empresa porque una de sus vagonetas invadió la línea del tren. De prosperar otros 13 procesos, se podrían cobrar ¢8 millones más, cifra que el propio Vargas considera ridícula.
La entidad también se ve obligada a gastar tiempo y recursos en juicios en los que sabe que no ganará nada.
“Prácticamente, hay que tener un abogado solo para que le dé seguimiento a ese tipo de casos y estar yendo a los juzgados de tránsito” , añadió el jerarca.
El Incofer no lleva registro del costo de los daños sufridos a consecuencia de las colisiones.
Sin excusas. Mario Chacón, jefe del Grupo de Operaciones Especiales (GOE) de la Policía de Tránsito, fue enfático: el artículo 105 de la ley de tránsito da prioridad de paso al tren, y lo que los conductores particulares deben hacer es detenerse.
“ ‘No lo vi’, ‘no pitó’, ‘yo tenía el semáforo en verde’, ‘ yo tenía la vía’... Esas excusas no son válidas”, manifestó Chacón.
“No hace falta que el tren pite. En un cruce, hay que hacer el alto. El tren no está obligado a activar sus dispositivos sonoros”, agregó el oficial.
Pese a ello, Mena asegura que los maquinistas hacen todo lo posible por evitar lo peor.
“Yo soy de los que menos cojo carros porque pito mucho, pero siempre hay alguno que no respeta. Cuando hay visibilidad y tiempo, uno activa el freno, pone la emergencia (el otro freno), y que Dios pare el tren (...). Cuando uno golpea un carro, es porque se para en la línea a hacer el alto”, explicó Mena.
Vargas insistió en que en los cruces, los conductores deben parar, bajar el volumen de la música y abrir la ventana para escuchar con atención.
“Ellos (los maquinistas) le tienen temor a algunos cruces, y ya van preparados para cualquier cosa que pueda pasar. Pero diay, no pueden capeárselos, lo único que pueden hacer es bajar la velocidad, en algunos casos. En algunos puntos, lo que hacen es ir a vuelta de rueda. Tienen muchos cuidados y sufren mucho, no crea. No es que son unos despiadados que no les importa”, dijo el jerarca.
“Un día de estos iba para Alajuela con un tren doble, que son cuatro cochecitos. Después de San Joaquín hay un almacén por donde pasan muchos camiones, y se me metió un tráiler. Cuando yo lo veo, activo el freno y comienzo a pitar, a pitar y a pitar. Y yo veo que no puedo parar, entonces le meto la emergencia. Yo digo que fue Dios. El tren se fue, se fue, se fue y fue frenando. Al final llegué y nada más me arrecosté al tráiler”, recordó Mena.
Vargas, Mena y Chacón coincidieron en que detrás de cada choque hay un factor común: la falta de educación vial.
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Para el jerarca de Incofer, hay tres caminos: multar a quienes irrespeten el alto en los cruces, aumentar la señalización y mejorar la formación en los cursos teóricos de manejo.
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Tan solo en los primeros 45 días del 2017 se reportaron 26 incidentes en las vías férreas. Frenar el crecimiento de esa cifra es urgente, y la apuesta principal de las autoridades es al compromiso con la seguridad que debe asumir cada conductor.
Mientras, Víctor Mena desacelerará en cada cruce y pitará en cada esquina, con la esperanza de finalizar sin contratiempos cada uno de sus viajes.