Un nuevo derrumbe en la carretera Interamericana Norte, en la denominada cuesta de Cambronero, entre Esparza y San Ramón, obliga a regular el tránsito mientras se soluciona el problema.
El domingo ocurrió un deslave que provocó la pérdida de parte de un carril de la vía y ayer solo fue posible permitir el paso regulado, a partir de las 6 p. m., confirmó el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi).
Las autoridades agregaron que solo se permite la circulación de carros livianos y buses, mientras los choferes de camiones deben buscar vías alternas.
Según la Policía del Tránsito, los automotores pesados serán desviados temporalmente por la ruta 27, entre San José y Caldera.
El problema fue causado por la acumulación de agua de una naciente en la montaña, lo que hizo colapsar una alcantarilla y que se “lavara” parte del asfalto, consideran las autoridades.
El 22 de marzo pasado se produjo un hundimiento similar en el ese sector del kilómetro 77, entre los puntos conocidos como Las Minas y El Vivero, lo que obligó a cerrar el paso una semana.
El Conavi ya había invertido ¢300 millones allí para restablecer el tránsito por Cambronero.
Nuevo arreglo. Cristian Vargas, director del Conavi, comentó ayer que, tras el cierre parcial, las cuadrillas comenzaron la sustitución de una vieja alcantarilla de 80 centímetros de diámetro por una nueva de metro y medio.
El jerarca manifestó que desde marzo tienen suficiente maquinaria en el sitio para tratar de evitar el desprendimiento de material.
David Meléndez, del Departamento de Emergencias del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), informó de que habían construido un nuevo carril para solucionar el problema.
Ahora los trabajadores se dedicarán a la construcción de un muro de gaviones para sostener el terrero y lograr la estabilidad que evite más derrumbes.
Además, el funcionario dijo que se trabaja en el manejo de agua en la montaña para evitar deslaves.
Meléndez aceptó que ese punto de la carretera es bastante complicado por diversos factores, uno de los cuales es el clima lluvioso, al que se suma la existencia de una falla geológica que altera la estabilidad de los terrenos.
“Esta es una zona bastante compleja; justo por esa razón ya se estaba trabajando en los muros de gaviones. Es un terreno bastante inestable en que cualquier aumento de lluvia inesperado lo hace colapsar, como pasó el fin de semana y las veces anteriores”, comentó Meléndez.
La nueva inversión asciende hasta el momento a los ¢600 millones, provenientes del presupuesto del Conavi.