En Costa Rica existen vampiros. Invisibles a la vista, habitan en casas y oficinas donde son capaces de chupar hasta ¢2.300 de su bolsillo, por electricidad que usted pagó sin disfrutarla. Ahí es donde se hacen visibles.
Ese desperdicio oculto, también llamado “consumo fantasma”, surge cuando un “vampiro” o aparato electrónico apagado o en modo espera, permanece conectado al tomacorriente.
Si bien algunos dispositivos requieren estar siempre con energía (refrigeradora, relojes, alarmas de seguridad), otros pasan horas y horas sin uso, propiciando el desperdicio.
Este consumo varía entre abonados, según la cantidad de electrodomésticos y aparatos electrónicos bajo cada techo, pero representa del 5% al 10% del consumo mensual, asegura Guillermo Ureña, jefe de Eficiencia Energética de la Compañía Nacional de Fuerza y Luz.
Si la media de consumo de un hogar urbano ronda los 250 kilovatios por hora (kWh) cada mes, un 5% a 10% en “vampiros” serían entre 12,5 y 25 kWh.
Esto, explica Ureña, supone entre ¢1.157 y ¢2.313 por energía consumida sin haber sido disfrutada, a una tarifa de ¢ 92,55 el kWh para clientes urbanos con consumos entre 200 y 300 kWh.
En un año, esto genera desembolsos con rangos que van de ¢13.882 a ¢27.756, o incluso más, si se suman otras fuentes de derroche, como luces prendidas sin necesidad, por ejemplo.
En términos generales, fuentes de este consumo son dispositivos a base de control remoto, cargadores y aparatos con luces siempre activas, explicó Tony Méndez, ingeniero electricista de la Intendencia de Energía de la Autoridad Reguladora de Servicios Públicos (Aresep).
También figuran computadoras portátiles y cajas receptoras de servicios de televisión por cable y satelital, capaces de consumos de nueve a 44 vatios aún apagadas, según un análisis del Laboratorio Lawrence Berkeley, del Departamento de Energía de Estados Unidos.
En el caso de cargadores de celular, el consumo crece cuando se trata de unidades genéricas, alertó José Ross, ingeniero en electrónica y propietario de la empresa Ecoeficiencia.“Si el cargador es genuino, suele hacer un corte en el circuito. Sin embargo, los genéricos siempre realizan su labor de transformar un voltaje por otro aún sin estar el teléfono conectado o ya cargado”, explicó.
Conforme teléfonos inteligentes, computadoras y tabletas ganan presencia en la vida cotidiana de más personas, también lo hacen sus equipos de recarga.
Suele ser común que un usuario posea varios cargadores y, si en una casa hay varias personas con celular, así cada vez más enchufes pasarán ocupados por diversos tipos de cargadores.
En promedio, cargadores de este tipo pueden consumir 2,24 vatios, hasta cuando el teléfono o tableta ya están cargados.
Su origen. Esto ocurre pues el dispositivo eléctrico, sea un transformador de voltaje del teléfono de la casa, una lámpara, un cargador de celular o un radio, permanecen siempre con energía en una parte del circuito que lo compone, incluso estando apagados.
“Ahora el problema recibe más atención porque nuestros aparatos son más electrónicos que eléctricos”, añadió Luis Alfaro, gerente de mercadeo de Schneider Electric para Centroamérica.
Por ejemplo, un televisor debe estar siempre energizado para encenderse cuando alguien lo activa con el control remoto, igual equipos de sonido, portones eléctricos, aires acondicionados o reproductores de DVD; entre otros.
Los especialistas indican que, por lo general, la energía fantasma que consume un aparato es mínima; el problema es al sumar el consumo de todos los aparatos; ahí es cuando cuesta dinero.
El principal consejo para mitigar este gasto innecesario, opinan los consultados, es de una simpleza solo comparable con su validez: desconectar todo aparato que no esté siendo usado.