Un estudio sobre vulnerabilidad del acuífero del cantón de Belén reiteró recomendaciones a la municipalidad local para evitar que se contamine el agua por el crecimiento urbano.
Las advertencias a expansiones residenciales, comerciales e industriales en algunas zonas donde el grosor del suelo es menor, precisa un informe del Servicio Nacional de Aguas Subterráneas, Riego y Avenamiento (Senara) publicado este mes.
Entre los consejos a la municipalidad, que allí maneja el suministro de agua, está exigir el uso de planta de tratamiento o alcantarillado sanitario para cualquier obra que se levante en prácticamente todo el cantón bajo el cual yace un acuífero que suministra agua al Valle Central.
El análisis determinó cuánto tiempo toma a contaminantes bacteriológicos penetrar el suelo en Belén y, con esos datos, señaló que en zonas donde el terreno tiene espesores inferiores a los 10 metros, hay insuficiente protección natural para el acuífero.
Entre las pruebas realizadas por investigadores de Senara, se halló que la zona del cantón más vulnerable se localiza en el Tajo Pedregal debido a las condiciones de destape y exposición del acuífero Colima Superior en esa área lo cual, según el documento, “lo hace ser altamente susceptible a a la contaminación”.
Senara creó en el marco del estudio una serie de mapas de cargas contaminantes y de riesgo al acuífero para el cantón de Belén.
Otra sugerencia a la municipalidad es que, con base en esos mapas de vulnerabilidad, se ajuste el programa de vigilancia de la calidad de agua de los pozos y nacientes de abastecimiento público profundizando el análisis en posibles sustancias contaminantes en zonas de riesgo.
Previsiones municipales
Horacio Alvarado, alcalde de Belén, sostuvo que el estudio se ocupa de sugerir medidas que la municipalidad exige hace años en desarrollos urbanos en el cantón.
Citó, por ejemplo, el caso de plantas de tratamiento de aguas para cualquier desarrollo inmobiliario siempre y cuando no sea una zona de riesgo donde se prohiban obras de cualquier tipo.
Citó, además, que se han invertido más de ¢2.000 millones en redes de alcantarillado sanitario.
Agregó que desde el 2007, gracias a un convenio con la Universidad Nacional, se realizan análisis mensuales de la calidad del agua consumida por unos 8.500 abonados. Actualmente, afirmó, la potabilidad es de 99%.
“Este estudio aclara que podemos seguir levantando obras sobre la base de estudios de vulnerabilidad propios pero siempre respetando límites basados en criterios técnicos”, concluyó.