El Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) propone desarrollar dos plantas térmicas más para atender la demanda de luz en los años 2024 y 2025, en momentos en que presume de la mayor generación de energía nacional con fuentes limpias.
El ICE detalló la propuesta en su última solicitud de alza en la tarifa de generación para el 2017, presentada en setiembre a la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep).
Ese mismo mes, la entidad divulgó en comunicados de prensa y anuncios publicitarios que el país acumulaba 150 días de generación eléctrica con fuentes renovables.
Las térmicas, en cambio, emiten gases contaminantes al usar hidrocarburos y el costo del combustible se traslada a la factura del abonado.
Las dos previstas utilizarían diésel y serían de 80 megavatios (MW) de capacidad instalada cada una, según el Plan de Expansión de la Generación Eléctrica (2015-2035) del ICE citado en el pedido a la Aresep.
Ambas estarían listas en el 2024, dos años antes de la supuesta entrada en operaciones de la hidroeléctrica Diquís (en Buenos Aires, Puntarenas), en el 2026, que tendría 623 MW de capacidad, señala la ruta de inversiones del Instituto.
Además, las mismas estarían en pie a siete años de estrenada la hidroeléctrica Reventazón (Siquirres, Limón) con 305 MW de capacidad, cuya existencia, el Instituto siempre justificó como una forma de minimizar la generación térmica.
El planteamiento llega cuando la proyección es que este tipo de generación sea menor al 1% de la demanda anual del otro año, según indicó Luis Pacheco Morgan, gerente de Electricidad de la entidad, quien descartó nuevos cierres de plantas térmicas en operación.
En junio, el ICE cerró la planta Moín I (Limón) y en el 2013 la de Colima (en Tibás, San José).
Esto deja en siete las plantas de este tipo, ya poco utilizadas, incluida Garabito (Puntarenas) inaugurada en el 2011 y con 195 MW de capacidad instalada.
Édgar Gutiérrez, ministro de Ambiente y Energía, justificó la existencia de estas instalaciones solo “como respaldo por emergencia”. Empero, ese escenario lo juzga cada vez más lejano si en los próximos años también se unen a la matriz de generación proyectos eólicos y solares cuyo mayor aporte sería en meses con menos lluvia cuando baja la generación hidroeléctrica.
“Esas nuevas unidades permitirían adecuar el tamaño del parque térmico de respaldo al tamaño del sistema en la década entrante”, justificó Javier Orozco, director de planificación y desarrollo eléctrico del ICE.
Orozco también señaló que las plantas no necesariamente se van a construir en virtud de la incertidumbre sobre el crecimiento del mercado y otras formas de generación que podrían incluirse en revisiones futuras de las inversiones del ICE.
Inquietudes. Aún así, la idea de que abonados del servicio de electricidad costeen nuevas plantas térmicas ya despierta dudas.
Pedro Pablo Quirós, expresidente del ICE, señaló que la única posible justificación para nuevas térmicas sería sustituir plantas ahora menos eficientes.
“Debería producirse la energía sin térmico, no es de aplauso decir ahora que se genera menos con térmico. Si existen es como respaldo. Una correcta planificación y entrada oportunidad de nuevos proyectos debería evitar el uso de estas plantas”, afirmó el exjerarca.
La Cámara de Industrias de Costa Rica también planteó sus inquietudes.
Carlos Montenegro, subdirector ejecutivo de la Cámara, apoya que la generación local basada en energías renovables tenga seguridad y respaldo térmico en épocas de variabilidad climática.
No obstante, recordó que con la existencia de la planta Garabito “uno esperaría que fuese suficiente porque ya entró Reventazón a operar y esta debería cubrir por años cualquier faltante”.
Montenegro considera conveniente que se haga un análisis independiente de los criterios del Instituto sobre el crecimiento nacional de la demanda de energía en los próximos años considerando la capacidad de generación instalada hoy.