Llegó en agosto, a sus 50 años. Francisco Calvo, gerente de Radiográfica Costarricense (Racsa), trabajó 29 años en el ICE y ahora debe rescatar a una empresa de infocomunicaciones, de 530 empleados, que suma, al menos, un trienio con pérdidas. “Al menos”, pues sus finanzas reales desde hace años son un misterio.
La subsidiaria del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) registra 750 clientes empresariales –públicos y privados– y aún mantiene una base residual de 15.000 abonados residenciales. El anterior gerente, Hernán Acuña, no duró ahí ni año y medio.
¿Cuánto y cómo ha evolucionado Racsa durante su gestión?
Se ha venido haciendo un análisis del contexto, tratando de ubicar las mejores áreas de oportunidad. Si bien Racsa ha tratado de incursionar en diferentes sectores, lo que se ha descubierto es que su “adn” fuerte es el servicio empresarial, y ya no el masivo.
¿Qué es lo que pretende con ‘modernizar el sector público’? ¿Tiene contratos planteados?
Hemos visto una gran necesidad en ese sector. Ahí hay interés y se requiere un esfuerzo de automatización, de renovación tecnológica. Se está orientando a Racsa como la empresa del Grupo ICE dedicada al sector público.
¿Descartará, entonces, a los empresariales? ¿Son los 15.000 residenciales un gasto extra?
Los (empresariales) que ya tenemos los vamos a mantener y vamos a garantizarles la misma calidad de servicio. La idea es que con el tiempo podamos ofrecerles más facilidades, trasladándolos a la cartera de clientes del ICE (...). A los residenciales, la operación los sostiene. No hay presión para eliminar esa base de clientes.
¿Qué proyectos vendrán?
Estamos mapeando el nuevo mercado; entendiendo su perfil tecnológico y demandas. A partir de ahí, trazaremos propuestas.
¿Qué respuesta han recibido del sector público? ¿Confía?
Hemos conversado con el MOPT (Ministerio de Obras Públicas y Transportes), Salud, banca, y esperamos arrancar el 2015 con un portafolio fijo. Nuestros clientes empresariales nos tienen confianza, pero claro que para ellos no es muy bonito que Racsa de pronto se tambalee.
Siete de los grandes proyectos recientes de la firma fueron un fracaso. ¿Retomará alguno?
Los que no siguen son los relativos al mercado masivo. Vía Europa no va, los de televisión digital (One Play, One TV) no van.
¿Cámaras de vigilancia en carretera, estaciones de pesaje?
Hay interés en retomar el plan de las cámaras, pero para monitoreo sobre movimiento vehicular y no para sancionar infracciones. El de estaciones es un proyecto punta que avanza muy bien.
Compraron Full Móvil en febrero y el qué pasó es misterio.
En este caso estamos haciendo el ajuste para orientarlo hacia el sector público. Estamos claros de que la operación de un servicio móvil, como se compró, no puede competir contra lo que ya existe. El mismo ICE admite que por muchos años dejó abandonada a Racsa, mas ahora pretende una relación de armonía con todas las subsidiarias.
¿Qué opina?
Racsa debe concretar negocios en servicios especializados, ahí de pronto es donde echará mano de recursos más capacitados del ICE. El plan es que las empresas se apoyen y no compitan unas con otras, como sucedió.
En Racsa hay 530 empleados; a inicios de año eran 450. ¿Por qué más contrataciones?
Varios proyectos han requerido traer personal nuevo. Si hay negocios que permiten la expansión de la empresa, esperaríamos más bien crecer en esos recursos y si, por el contrario, los proyectos finalizan, la idea es retraerse.
¿Recurrió al recorte de beneficios salariales, movilidad? El ICE y CNFL lo atraviesan. ¿Está entre sus planes incorporarlo aquí?
Racsa ha venido tomando medidas estructurales hace tres años. Contuvo la inversión, contuvo alzas salariales, aplicó movilidad voluntaria, cambió esquemas salariales (global –único)...
¿Y durante su gestión?
Estamos dando continuidad a esas acciones, básicamente, pues han surtido efectos positivos.
No despidos; contrataciones.
Y nuevos negocios e ingresos, hacia eso estamos enfocados.
¿Han requerido de nuevas inyecciones de capital por parte del ICE, después de la del 2011?
No, se ha recurrido a las que ya estaban aprobadas por casa matriz, pero creemos que más bien es el momento de que Racsa genere la corriente de ingresos necesaria para generar estabilidad.
¿Aún no genera lo suficiente para subsistir por sí misma?
La actividad operativa viene en un proceso de recuperación. Cada mes que pasa, la capacidad de la empresa está dando para cubrir más costos y compromisos.
Habla de alcanzar ingresos por ¢61.000 millones para el 2018. ¿Y las finanzas actuales?
Toda esa información se tiene bajo el velo de información comercial, empresarial, y no se está suministrando, obviamente.
¿Han invertido en equipo?
No, no se ha invertido.
¿Tiene Racsa futuro? ¿Cuánto tiempo habrá que darle?
Hay que darle tiempo, pero tampoco es mucho. Tal vez lo que estaba faltando era un análisis más fino de los negocios y un mejor entendimiento del mercado.
Mucho se le criticó que lanzaba negocios a lo loco, sin analizar cuán viables resultarían.
Exacto. Se trata de hacer una apuesta de negocios más segura, sin tirar a la suerte.
Lleva tres meses en silencio. Hasta cierto punto, la CNFL y el ICE han revelado sus finanzas. ¿Cuál es su idea? ¿Se abrirán?
Sí, por supuesto. El silencio se debió a que era irresponsable declarar sin tener elementos adecuados para poder argumentar.
¿Cuál es la magnitud actual de esas deudas que mantienen? No mucha, porque con reingeniería financiera se ha buscado la forma de transformarlas y que dejen de ser carga pesada.
Pero de números no planean hablar. ¿Cuándo los revelarán?
Estamos precisando los datos. Es muy difícil que una operación como la que ha vivido Racsa por tantos años de vuelta de un año a otro y diga: ahora sí, estamos boyantes en ganancias. Se espera, sí, tener un cierre de pérdidas este año, pero menor que el del 2013 La idea es que en 2016 Racsa pueda ser ya una compañía estable.
¿Libre del déficit del que hoy nadie conoce con detalle?
Exactamente. La idea es que a finales del 2016 podamos hablar de finanzas estables, ya nivelados los ingresos y gastos. A partir del 2017 más bien generaríamos un nivel de ganancias y negocios que nos permitan una restauración financiera, cubrir deudas.