La noche del domingo 10 de enero, el Hospital de Niños recibió a un menor de 12 años, vecino de Garabito de Puntarenas, con trauma en el cráneo, los dos pulmones golpeados y una lesión importante en el hígado.
El niño es la víctima más reciente de las siete que, en los primeros 10 días del año, han llegado con lesiones graves a ese centro de salud, luego de sufrir un accidente de tránsito.
El menor fue intervenido quirúrgicamente, primero en el Hospital Monseñor Sanabria, en Puntarenas, donde se vieron obligados a extraerle el bazo.
Por su gravedad, fue referido a San José, donde está con ventilación asistida. Fue tratado, además, por una fractura en el fémur izquierdo (hueso del muslo). Su estado es crítico y, aunque los médicos hacen todo lo posible para que sobreviva, aún es temprano para saber cómo evolucionará.
“Estamos preocupados. En lo que va de enero, hemos recibido a siete chiquitos graves por accidentes de tránsito, casi todos por atropello”, indicó Olga Arguedas, directora a. i. del hospital.
Según explicó la especialista, en la revisión de los datos correspondientes a la última década (del 2005 al 2015), al final del año pasado el registro fue de menos de 100 casos (exactamente 93).
“En ese decenio, tuvimos ocho años en que cerramos con más de 100 casos. Estábamos contentos porque cerramos el 2015 con 93, pero ya estos siete (accidentes) en menos de dos semanas nos preocupan”, manifestó.
Las lesiones que más los afectan se clasifican dentro de dos categorías: el trauma craneal y el trauma abdominal cerrado, con hemorragias considerables.
“Muchos de ellos tienen que terminar en sala de operaciones”, agregó Arguedas.
Prevención. La revisión preliminar de estos casos permite detectar entre las posibles causas de los accidentes, el exceso en el consumo de licor.
Las actividades festivas y las vacaciones relajan más a los adultos, muchos de los cuales no ponen límite a su consumo.
Según Arguedas, la temporada de vacaciones también hace que los padres tengan menos control sobre el cuidado de los niños, y esto los expone más; sobre todo, porque los papás están fuera de casa y dejan a los menores bajo responsabilidad de otros.
“Nos da la sensación, además, de que el niño costarricense no está bien educado sobre cómo cruzar una calle. Tenemos que trabajar en esto, porque hemos detectado, entre otras cosas, que no usan las zonas de seguridad o los semáforos; salen detrás de un bus o de un vehículo y no ven para los dos lados antes de cruzar”, agregó Arguedas.