El reconocimiento que dio la Organización Mundial de la Salud (OMS), al situar a Costa Rica como uno de los países con mejor expectativa de vida al nacer, llamó la atención de profesionales costarricenses, quienes consideran que además de ser un mérito, el hecho representa un llamado de alerta para no descuidar este logro sanitario.
En un informe publicado recientemente por el director de la OMS, Hiroschi Nakajima, se ubica a Costa Rica a la cabeza del grupo de países que ocupan el tercer puesto en el mundo en ese indicador. En promedio, la población costarricense vive 76 años: 78 las mujeres y 74 los hombres.
Aunque para el catedrático de la Universidad de Costa Rica, Leonardo Mata Jiménez, existen otras naciones que superan a la nuestra, destacó que es meritorio que tengamos esa expectativa de vida por tratarse de un país en desarrollo.
De acuerdo con el investigador, el que nos encontremos en el mismo nivel que Dinamarca, Estados Unidos, Inglaterra y Austria, cuestiona la salud de esos países adelantados, marcada, probablemente, por el alto consumo de tabaco, alcohol, drogas, el síndrome de inmuno deficiencia adquirida (sida) y la mala calidad de vida de ciertos grupos de población que habitan en algunas regiones europeas.
Según datos en poder de Mata Jiménez, Costa Rica se ubica en realidad en el lugar 22 y conforma el grupo de naciones que se encuentran en la cuarta casilla. Sobre este particular, el representante de OMS en Costa Rica, Hugo Villegas, destacó que si bien la lista aportada por el director del organismo no es exhaustiva, se le coloca en una tercera categoría por tener un bajo ingreso per cápita -- $1.960-- y un indicador semejante al que poseen las naciones desarrollados.
La demógrafa e investigadora de la Universidad Nacional, Doris Sosa, advirtió que este indicador es un reflejo de los controles que tiene la población infantil y las posibilidades de supervivencia que tiene un niño desde el momento del nacimiento. La especialista destacó que no podemos esperar una mejoría de este indicador, puesto que es difícil reducir significativamente la mortalidad infantil, que en 1994 fue de 12,99 muertes de menores de un año por cada mil nacidos.
Tanto Sosa como el director del departamento de Vigilancia Epidemiológica del Ministerio de Salud, Leonardo Maranghello, destacaron, sin embargo, que el país debe realizar un gran esfuerzo para impedir que la crisis económica que agobia a la población deteriore este logro.