“Si sigue fumando se puede quedar en la operación”.
Así, lapidaria, fue la frase de un cirujano que convenció a María Romero Arias de tomar la decisión de acudir a la Clínica de Cesación de Fumado, luego de que le detectaran un tumor en la garganta.
Luego de asistir a ocho sesiones de terapia, Romero recibió el martes pasado un certificado que para ella significa el punto final a 36 años de adicción al cigarrillo.
Esta vecina de San Juan de Dios de Desamparados probó el tabaco por primera vez a los 13 años de edad, cuando estaba en la escuela.
“ Siempre dije que no iba a poder porque era mucho el vicio. Dije voy a ir a las charlas, pero le decía a mis hijos que me estaba costando, porque me estaba fumando un paquete o un poco más.
“Desde que empecé, fui bajando la cantidad y anoche me fumé mi último cigarro. Con este título dije hasta aquí y tengo la fe de no volver a llevarme nada más de eso a la boca”, aseveró con seguridad.
Lo curioso es que ella logró suspender el vicio durante sus siete embarazos porque no quería que sus hijos sufrieran complicaciones. Sin embargo, la mujer no sabe explicar cómo logró contenerse.
Durante años, se mantuvo aferrada a una creencia que más bien le servía de excusa.
“Siempre dije que lo iba a dejar poco a poco porque había escuchado que si lo dejaba de pronto me podía dar un infarto”. Ese fue el primer mito que desterró tras asistir a las charlas en el hospital.
Ahora solo espera que se programe la cirugía que requiere.