Turrubares
El tercer miércoles de cada mes hay un ambiente de fiesta en el pequeño pueblo de Potenciana.
Ese es el día en que el personal del Ebáis de San Pablo de Turrubares sube hora y media por la montaña para visitar a esta comunidad de tan solo 109 habitantes.
Aunque el equipo médico llega a las 8:30 a. m., los vecinos comienzan a reunirse en el salón comunal pasadas las 6 a. m.
Las dificultades para llegar al sitio y la escasa población que tiene ponen a este pueblo en la lista de 725 Puestos de Visita Periódica de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Dicha modalidad de atención fue creada, precisamente, para atender zonas alejadas que tienen menos de los 3.400 pobladores requeridos para instalar un Equipo Básico de Atención Integral en Salud (Ebáis).
Por ello, los Puestos de Visita Periódica operan como brazos de los Ebáis en sitios remotos o en lugares donde los locales del Ebáis están muy saturados.
A horas de camino
De acuerdo con datos de la Caja, un total de 343.377 personas reciben atención de salud en los Puestos de Visita Periódica. De estos, 62.000 son atendidos una vez al mes.
Según María de los Ángeles Benavides, jefa de Análisis y Proyección de Servicios de Salud de la CCSS, la frecuencia con la que se visita a las comunidades depende tanto de las facilidades de acceso como de las necesidades de la población.
Por ejemplo, mencionó que en algunos casos los médicos caminan hasta tres días para llegar a poblados en donde la consulta dura menos de seis horas, pues pocos pacientes se presentan a recibir el servicio.
Otro de los problemas que enfrenta el personal sanitario es la falta de infraestructura adecuada para atender a los pobladores en esos sitios.
De acuerdo con Benavides, hay comunidades en las que son los vecinos los que prestan la sala de su casa para que ahí se dé la consulta.
En otros lugares, los lugareños comparten salones o escuelas con poblados cercanos.
También hay casos, como el de Potenciana, donde ya se tiene la obra gris de un futuro Ebáis, gracias a las rifas y los turnos que realizan los vecinos con la esperanza de ser atendidos con mayor comodidad.
Entre las poblaciones que reciben menos horas de atención médica se encuentran algunas ubicadas en los cantones de Coto Brus, Corredores, Golfito, Osa y Pérez Zeledón.
Dichas comunidades reciben solo una visita al mes, lo cual equivale a jornadas de siete horas de consulta.
Por otra parte, entre los más “afortunados” se encuentran vecinos adscritos a la región Central Sur, que abarca cantones como Acosta, Aserrí, Coronado y El Guarco.
En esos sitios, la frecuencia de las visitas es de cuatro a ocho consultas al mes.
¡Llegó la doctora!
En Potenciana, la visita mensual del personal del Ebáis moviliza a todos los habitantes.
Las mujeres se organizan para preparar desayuno y almuerzo para la doctora y para el equipo que la acompaña, pues en el lugar no hay pulperías, sodas u otro tipo de negocios.
Mientras tanto, los hombres ayudan a descargar y acomodar el equipo, las medicinas y demás implementos necesarios para brindar la atención.
En cuestión de minutos, el salón comunal se convierte en un consultorio.
Allí se acondiciona un área para la recepción de documentos donde la secretaria, Carmen Sandí, hace la lista de los asegurados que serán atendidos ese día; revisa los carnés y asigna los turnos.
Con 20 años de viajar cada miércoles, Sandí es la funcionaria con más tiempo de visitar la comunidad y asegura que, pese a las dificultades de acceso, nunca nada ha evitado que acudan a la visita.
A unos metros de ella se encuentra el área de preconsulta, donde la enfermera Mabel Ramírez Araya pesa, mide, toma la presión y anota los signos vitales de los pacientes.
Finalmente, la médica Shirley Muñoz los recibe en un consultorio improvisado.
“No tengo todo el espacio para poder hacer todas las cosas, pero acá hago como lo básico de la consulta general igual que en el Ebáis. Pero, por ejemplo, no puedo hace runa cirugía menor aquí por las condiciones de limpieza y por la misma seguridad del paciente”, explicó.
La atención también incluye la farmacia que es atendida por la doctora Catalina Jiménez, quien lleva ya listas las recetas para entregar y una buena dotación de otros medicamentos para aquellos a quien la doctora envía nuevas indicaciones.
Como parte de su equipo, Núñez carga un ultrasonido portátil para darle seguimiento a la única embarazada del pueblo.
En Potenciana no hay transporte público y un carro cobra hasta ¢60.000 por sacar a las personas al pueblo más cercano.
Es por eso que parte de la atención incluye la educación.
Por ejemplo a las embarazadas se les dice que a las primeras contracciones es mejor que busquen salir.
El personal también procura darle prioridad a personas que podrían requerir un traslado o para la toma de muestras de laboratorio.
La secretaria procura asignar estos exámenes en grupo a fin de que se puedan repartir los gastos de transporte.
21 citas
Las citas en el puesto de Turrubares se comenzaron a asignar con un mes de anticipación, desde marzo de este año. Así evitan que los asegurados deban madrugar para hacer fila por uno de los 21 cupos disponibles para cada jornada.
Eso sí, siempre se dejan dos espacios para atender emergencias o personas que requieren atención, pero que no tramitaron las citas.
“La consulta es muy completa, aquí podemos venir para control, ver resultados de exámenes y retirar pastillas”, contó Elieth Corrales.
Corrales acudió ese día con su hija Glenda, de seis años, y además, hizo algunas gestiones para dos hijos mayores.
Según dice, el servicio es de gran ayuda, pues salir hasta el verdadero Ebáis se dificulta por la falta de buses.
Noemy Fernández, de 48 años, fue otra de las pacientes de aquel miércoles. Como padece de úlceras en las piernas, llegó a recibir medicamentos, vendas y gasas para sus curaciones. Además, la visita periódica del doctor le permite controlar su problema en el hígado y la insuficiencia cardíaca.
“Si no fuera por esta atención aquí, tendría que ver cómo salgo, y a mí me cuesta movilizarme”, contó.
En Punta Burica se lucha con más que la marea
Llevar atención médica a Punta Burica no solo representa un reto de accesibilidad, sino también de seguridad.
En esta localidad, habitada en su mayoría por indígenas, se ubica uno de los Puestos de Visita Periódica más alejados del país y cuyo ingreso es de los más complicados.
Allí, el personal médico brinda 15 horas de atención cada mes y medio, o dos meses, para 709 personas.
De acuerdo con María de los Ángeles Benavides, jefa de análisis y proyección de servicios de salud de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), el traslado del equipo se hace a caballo y los funcionarios deben dormir a mitad del camino para esperar que baje la marea y poder continuar montaña arriba.
Sin embargo, el mayor riesgo que enfrentan los servidores tiene que ver con la penetración del narcotráfico en ese sector costero ubicado en la parte más al sur del país, en la frontera con Panamá.
Para resguardar el equipo médico, la CCSS en muchas ocasiones coordina para realizar las giras junto con el personal que el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) envía a revisar los paneles solares colocados en ese sector.
De esta forma, ambos grupos pueden ser acompañados por miembros de la Fuerza Pública.
Kennia Quesada, coordinadora del programa de Normalización de la Salud de los Pueblos Indígenas, añadió que también se cuenta con un convenio con la Dirección General de Aviación Civil para llevar a los médicos vía aérea hasta las zonas más altas.
En este caso, las visitas dependen de las condiciones climáticas y, por eso, su frecuencia es variable.