Alfonso Quesada Ramírez ha pasado gran parte de sus 59 años de vida viendo cómo la gente se burla o se esconde de él, al ver su aspecto.
Este vecino de Piedras Blancas de Osa, en Puntarenas, padece una rara enfermedad llamada neurofibromatosis, origen de los numerosos tumores que tiene en todo el cuerpo.
Su apariencia y los síntomas que ese mal de origen genético le causan, son los que le han impedido conseguir un trabajo digno, que le permita subsistir.
Dedicado a trabajos agrícolas desde su niñez, hace 15 años su salud se ha complicado porque la enfermedad se le agravó con sordera y ceguera.
Aunque estuvo durante muchos años con compañías bananeras de la región, la edad y su enfermedad solo le permiten hacer trabajos ocasionales que, incluso, están limitados a ciertas horas del día.
Resulta que Alfonso solo puede laborar de 4 a 6 de la mañana, pues el elevado calor de la zona le desencadena un intenso dolor de cabeza y una gran picazón y ardor en el cuerpo, producto de los tumores.
Denegada. Los trastornos que padece por su enfermedad, han llevado a Quesada a solicitar en cinco ocasiones una pensión por invalidez en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Todas las veces le han rechazado la petición porque, según informó la Caja ante consulta de este diario, las lesiones “son benignas” y “no interfieren con las actividades de la vida diaria al no ocasionar ninguna limitación funcional”.
Mediante la oficina de prensa de la Gerencia de Pensiones, se informó de que, en este caso, “se ha determinado que no alcanza el porcentaje necesario de pérdida de capacidad para laborar para declararlo inválido”.
“Pido la pensión porque creo habérmela ganado con el montón de años que he trabajado y porque ahora, por esta bendita enfermedad, no puedo trabajar”, asegura Alfonso.
Poncho, como lo llaman, sobrevive con lo que se gana realizando pequeñas chapias a vecinos de su comunidad.
Sin embargo, se queja porque hay quienes se burlan de él por su aspecto, incluso, afirma, hay vecinos quienes se atreven a llamarlo la Bestia.
Esta situación le molesta mucho, por lo que ha preferido salir poco a la calle, para no toparse con las burlas de la gente.
Por ahora, Alfonso pasa solo, sin hijos ni pareja, en una humilde casa donde vive también de la caridad ajena.