Desde hace algunos años, el jabón de baño le produce alergia a doña Berta Atencio. Le parece extraño, ya que eso no les pasa a sus compañeras.
Ella cumplirá 90 años dentro de cuatro meses, cuatro de los cuales los ha vivido en el Hogar Jafeth Jiménez Morales, ubicado en Grecia, Alajuela. Con el paso del tiempo, doña Berta ha aprendido a adaptarse a los cambios que llegan con la edad, y en el caso de su piel, la solución es usar un jabón especial.
El problema es que no le alcanza el dinero que le queda de la pensión para comprarlo. Por fortuna, ya han sido varias las personas que le consiguen una nueva barra de cada vez que alguna está a punto de acabarse.
Pese a que parece un detalle, ese producto hace una gran diferencia en la calidad de vida de doña Berta.
Para Giorgianela López, geriatra y gerontóloga del Hospital México, esa situación ejemplifica uno de los mayores retos que deben cumplir los hogares de ancianos: tomar en cuenta las necesidades específicas de cada persona, aun cuando haya muchos ancianos que atender.
Esa atención diferenciada incluye conocer las capacidades y limitaciones de cada persona, y atenderla según esas condiciones.
"Hay desde los que son totalmente independientes hasta aquellos a los que hay que hacerles todo. Por eso, los cuidados son diferentes", dijo López.
Quienes laboran en los albergues deben conocer a sus pacientes en profundidad: desde los medicamentos que toman hasta los movimientos que podrían provocarles moretes, para extremar las precauciones y saber de antemano cómo responde cada quien en las diversas situaciones que se presenten. Ello puede implicar, por ejemplo, reconocer los delirios de algunos pacientes, señaló la doctora López.
La atención no debe centrarse solo en el bienestar físico, ya que los cuidadores también deben velar por que los residentes cuenten con terapia ocupacional y recreación adecuada.