Rememorando el poder que Jesucristo otorgó a Pedro, días antes de partir de este mundo, de atar y desatar en la Tierra, decenas de sacerdotes emprendieron una ardua jornada de confesiones por todo el país; se constituyó así la práctica de este sacramento en la actividad más fuerte de la Iglesia ayer, lunes santo.
Unos con más de 20 años de no confesarse y otros con apenas unas semanas de haber recibido la gracia divina por medio de la penitencia, los fieles católicos hicieron filas para "descargar el saco" de pecados y reconciliarse con Dios y sus semejantes.
Ricardo Shadid, ingeniero civil de 35 años, que visitó ayer la iglesia de La Soledad con tal fin, dijo que tenía 25 años de no confesarse y que decidió venir con el propósito de "cambiar para bien" y, aunque sabe que volverá a pecar, considera que la confesión lo hace sentirse mejor.
Mientras, doña Cecilia Coto, ama de casa de San Pedro de Montes de Oca, dijo que practicaba la confesión con regularidad y que lo hacía para tener el perdón de Dios. "Todos cometemos muchos pecados."
Ayer los ambientes de los templos de la capital mezclaban la paz y el silencio tradicionales con el ruido de martillos que preparaban los altares especiales para los días santos, y en medio, las filas de feligreses que esperaban su momento para reclinarse en el confesionario.
Tanto el padre de la iglesia de La Dolorosa, Carlos Castro Calzada, como el capellán de La Salle, Rodrigo Esquivel, confirmaron que la afluencia de fieles había sido enorme, lo cual denotaba un renacer de la gente en busca de la gracia.
Mientras, el padre Hernán Castillo, de La Soledad, explicó que este sacramento representa la reconciliación de los fieles con Dios y con la Iglesia. "La finalidad es poner al pecador en paz con Dios", comentó.
A La Soledad también llegó el homeópata Jorge Luis Ramírez, de Guadalupe, quien dijo que la confesión que hizo ayer es motivada por la tradición católica y por el deseo de acercarse a Dios al menos una vez al año. Según su criterio, "después de descargar, uno se siente más tranquilo".
Otro fiel que quiso limpiar su conciencia fue don Carlos Alfaro, guadalupano de 44 años y funcionario del Registro Civil, para quien el sacerdote es "el mejor psicólogo que se pueda tener, y la ayuda que le brinda para vivir tranquilo y en paz es inigualable".
En general, los fieles consultados son conscientes de que los curas son solamente intermediarios y que el que perdona y alivia las penas del alma, al final de cuentas, solo es Dios.
Hoy, martes, y mañana la mayoría de las iglesias continuarán con las confesiones y con misas preparatorias para los venideros días de la llamada Semana Mayor, cuando se recuerda la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret.