La Virgen María hoy viaja en taxi. Se aparece, con frecuencia, en los dashes de la flota roja. Es la compañera de carretera de los ticos, aún católicos en su mayoría (62%, según una encuesta publicada el año pasado por el Pew Research Center, con sede en Washington) y es también la que recibe a los visitantes de Cartago antes de llegar al centro de la ciudad.
Las representaciones de María han adoptado un sentido de omnipresencia: desde ser la vigilante de la buena fe en los comercios y en tramos de mercados, hasta motivo de homenajes con tinta permanente sobre el lienzo de las pieles.
El mercado de las imágenes religiosas hace su agosto con pequeñas imitaciones a escala para los devotos de la estatuilla que, según la tradición católica, apareció sobre una piedra ante los ojos de una indígena llamada Juana Pereira, pero también a la que encontró el indio mexicano Juan Diego, hoy canonizado. Las fronteras de la fe son difusas: en Costa Rica se venera a la Virgen de los Ángeles tanto como a la de Guadalupe.