De las 35.000 familias que cobijan su vida tras latas y cartones distribuidas en 200 asentamientos precarios a lo largo del país, solo 8.000 podrán aspirar a un techo digno.
Las 27.000 restantes continuarán conviviendo, con resignación, a merced de los dirigentes de comités que, amparados en la esperanza que tiene la gente de salir de la pobreza, exigen derechos que no les competen y cobran cuotas semanales que oscilan entre los ¢100, ¢500 y hasta ¢1.000.
Esta cantidad puede ser muy representantiva si se toma en cuenta que el grueso de estas familias tienen ingresos que oscilan entre los ¢3.000 y ¢5.000 por semana, y el número de hijos o dependientes no es menor de tres.
"Mi hija gana ¢5.000; tiene que mantenerme a mí y a mis dos nietos; hay recibos pendientes de luz por ¢15.000, y el tipo que dirige este lugar nos está cobrando ¢1.000 por semana", reclamó Claudio Rueda, de Rincón Grande de Pavas.
Lograr la erradicación total de esta población parece imposible para un gobierno. En este momento se requieren ¢42.000 millones y el presupuesto para todo el sector de vivienda es de ¢43.000 millones.
"Solo contamos con ¢2.500 millones al año para atender el programa de asentamientos", dijo el viceministro de Vivienda, Guido Alberto Monge.
Una de las principales razones que impulsa a estas familias --encabezadas en un 55 por ciento por mujeres solas-- a mejorar su condición de vida es su situación de riesgo. Si bien se cifran en 4.000 los núcleos que se encuentran con algún grado de peligro por razones sanitarias, delictivas o de desastre natural, el dato no es exacto porque depende de las emergencias que se han atendido, no así de las inminentes.
"A principios de la administración, habíamos estimado que podríamos abarcar alrededor de 12.000 familias, pero ahora nos daríamos por satisfechos si llegamos a las 8.000. Preferimos hacer pocas casas pero bien hechas; no se puede seguir propiciando la promiscuidad en construcciones de 42 metros cuadrados; queremos hacer viviendas de 60 metros cuadrados, algo digno", informó Monge.
Sin embargo, el problema no es solo financiero. Los mismos dirigentes comunales se encargan de debilitar y crear obstáculos ante cualquier intento de solución, "sencillamente porque ellos viven abusando de personas humildes y viven del precario", enfatizó Monge.
Y agregó: "Por muchos años los gobiernos permitieron que se intermediara con bienes públicos a través de esos dirigentes. En el momento en que se les dio la potestad de distribuir los lotes, fue como volver a la Edad Media, y ellos eran quienes decidían."
La época feudal
Con trajes que no destilan lujo, pero con un poder que se asemeja al de los señores feudales de siglos pasados, estos cabecillas han hecho de la pobreza y el precario su medio de vida.
Sus abusos han sido clasificados por las autoridades en cinco categorías: cobro de cuotas por organización, venta de lotes, cobro por servicios de electricidad, agresión física y psicológica y acoso sexual.
De hecho, ocho de estos "amos de tugurio" fueron acusados oficialmente y penalmente. Aun cuando no fue posible conseguir los nombres de los imputados, la fiscal Silvia Carmona, del Ministerio Público, confirmó que efectivamente varios de estos dirigentes están siendo procesados por abusos.
Pero la estafa de los que muchos llaman llamados zopilotes de la pobreza no se queda en el ámbito del dinero.
Hace ya varios años, pero no tantos que la memoria no haya podido borrar, una adolescente, en Rincón Grande de Pavas, debió entregar una noche de "amor" a uno de estos amos para garantizarle a su familia el derecho a un techo.
"El tipo cobró una cantidad grande de plata; la señora no podía cubrir todo. Se le entregó la mitad y, cuando era hora de distribuir los derechos a lotes y viviendas, él le pidió a la hija a cambio", dijo un asesor del Ministerio de Vivienda, quien ha llevado de cerca el caso y relató el hecho pues la familia se negó a hablar del asunto.
"De esas varas no sé. Pero los dirigentes nos siguen chupando y nadie hace nada. Estamos listos; se hacen reuniones para terminar con eso, con la cobradera de plata y nadie llega. Todo el mundo les tiene miedo", dijo Rónald Solís, de Metrópoli.
Viviana Vargas, de Finca San Juan, mostró un recibo por ¢15.000 por derecho a un lote girado al dirigente Célimo Vargas. Sin embargo, cuando se trató de localizar a Vargas en su casa no fue posible.
Elizanías García y Franklin Miller, también de Finca San Juan, negaron --contrario a lo dicho por la gente-- que se siguieran dando esos pagos irregulares. "Yo tengo mi casa de cemento gracias a que somos empleados de la Caja por años; no he robado nada", dijo García.
Esta situación, para José Gabriel Román, asesor del Ministerio del ramo, no es más que el producto de una cultura de tugurio que se ha ido transformando en toda una organización con fines específicos.
"Hay una especie de creencia de que el Estado tiene la obligación de dejarle lugar a sus hijos y de que para tener casa primero hay que vivir en un rancho. Pero lo que cambió a partir de la administración Carazo es la organización", explicó Román.
A su criterio, la crisis que se dio en esos años hizo imposible para mucha gente el pago de mensualidades por lo que proliferan esos anillos de miseria, que a diferencia del tugurio tradicional, son mucho más organizados, tienen dirigentes y hasta alguna influencia política.
Detalles del precario
¿Cuándo nacen?
El tugurio tradicional, que nace a falta de recursos para alquilar, se reporta desde hace más de 30 años, pero las invasiones a predios urbanos, más conocidos como precarios, se dan a finales de los 70 como resultado de un agudo deterioro en la condiciones de vida.¿Quiénes viven en esos precarios?
Estos son más dispersos. Su prioridad no es la vivienda, sino adquirir un terreno para producir. La organización va decreciendo conforme se alejan de San José.Fuente: José Gabriel Román y el libro Nuevas Tendencias del Desarrollo Urbano en Costa Rica de Minor Mora y Franklin Solano.
Una vida de lata
su memoria no recuerda más que pisos de barro y paredes de lata. Esa gente siempre vive pidiendo plata y uno no sabe ni en qué la gastan. Todo el tiempo pasan que ¢100, que ¢200 y ahora cobraban ¢400 mensuales, pero yo decidí no volver a pagar ni un cinco", relató María Eugenia Araya, cuya vida ha transcurrido en precarios en busca de una casa.
"Con ese cuento salimos del Gloria Bejarano en barrio México; ahí era lo mismo, cuotas para luz, agua, y nada que uno ve nada. Hasta para hacer uso de las latas tuvimos que pagar", recuerda la mujer, con poco más de cuatro décadas a cuestas.
"Mi esposo tuvo que hacer un préstamo a una gente porque el dirigente de barrio México nos cobró ¢50.000 para pagar el derecho de haber usado las latas y traérnoslas para San Juan, y aquí las cosas no son muy diferentes. Estamos peor, con deudas y sin casa", dijo.
María Eugenia recuerda que tras el esfuerzo para conseguir ese dinero, tuvieron que ingeniárselas para adquirir otros ¢10.000 más, porque el nuevo dirigente con el que tuvieron que lidiar en Pavas exigía ese monto por el derecho a usar un lote y estar en la lista de las primeras casas que se construirían.
"Otra vez pasó lo mismo. Nos vacilaron; el tipo se fue con toda la plata y se llevó a una argollita de gente que hacía lo que él quería, y por eso pudieron tener una casita; pero ahora si que no pagamos un cinco más, así nos amenacen y molesten."
Grupos de bajos estratos económicos que vivían en tugurios tradicionales e incluso gente de bajos ingresos económicos que, no teniendo capacidad para pagar alquiler, acepta el costo de vivir en esas condiciones para obtener por medio del Estado una casa.¿Cuál es la época por excelencia para la formación de esos asentamientos?
Los miércoles de Semana Santa y después del 25 de diciembre ya que todo el aparato estatal deja de laborar. Además, dos o tres meses antes de una asunción de la presidencia de la República.¿Cuántos asentamientos hay y dónde se concentran?
Se han registrado 200, y un 80 por ciento se encuentra en la Gran Area Metropolitana.¿En qué se diferencian los precarios de la zona urbana de los de la rural?