Puntarenas. El inicio de la gira del candidato del PLN, Johnny Araya, por el cantón central de Puntarenas generó opiniones divididas entre los habitantes del distrito de Chacarita.
La caminata de dos horas de Araya por las calles de esa populosa comunidad porteña llenaron el ambiente de ronquidos de los cinco Toyota Land Cruiser en los que iban Araya y su comitiva.
Fiel al estilo electoral, el candidato se bajó del carro y caminó entre banderas, pegabanderas, postales con su nombre y niños con cara de asombro.
Juana Ilda Martínez se comía un vigorón sentada en las gradas de la entrada de su casa. Araya caminaba un poco más al este, precedido y anunciado por una tumbacocos.
“Siempre he sido del PLN. Me parece bien, aunque sean los mismos hay que seguir adelante”, expresó la mujer.
Buena parte de los vecinos estaban avisados. La resignación ante una nueva campaña se hizo presente, al menos para Vera Cecilia Caravaca Sánchez, de 50 años.
“Ojalá no lo buscaran a uno solo por el voto, pero así es. Aquí vienen y lo visitan a uno ahora y después se olvidan”, dijo sentada en su butaca en las afueras del cementerio de Chacarita, donde vende yuplones y pipas.
Mientras habla, el candidato se aleja con su comitiva entre la agitación de banderas verdiblancas.
Maritza Valencia, de 55 años, hizo pasar al candidato, quien entró a su casa acompañado por la diputada del PLN, Agnes Gómez.
Valencia dice que lo invitó porque es “un ser humano como cualquier otro” y porque su familia “toda la vida ha sido liberacionista”.
Pero no todos piensan así. Floribeth Coto se tomó la visita del candidato con algo de humor: “No quiero nada con la política, pero le quería dar un beso porque en la tele se ve feo, pero en persona no”.