¿En qué contexto ubicaría la declaración de Daniel Ortega de reclamar Guanacaste?
El escenario de intereses aún es ambiguo. No hay coyuntura electoral que requiera de esas afirmaciones. El conflicto con Colombia es más delicado que con Costa Rica. Nicaragua tiene muchos temas en su agenda bilateral. Si a eso le sumamos los proyectos que está pensando desarrollar: el canal interoceánico, la exploración petrolera en el Caribe –donde los estudios indican que hay petróleo que amerita ser explotado–, hay un escenario con muchos actores que hacen las cosas muy complejas.
¿Por qué, si el lío más grave es con Colombia, Nicaragua buscaría otra pugna con Costa Rica?
Para mí, eso solo se entiende en la idiosincrasia nicaragüense. Conozco Nicaragua y, en privado, muchos académicos son críticos del presidente Ortega, pero dejan esa oposición cuando entra a jugar el tema territorial . En el ADN nicaragüense, un tema territorial justifica ir a una confrontación armada, y eso une a la población. La gran pregunta es cuál es el verdadero proyecto que tiene Ortega para abrir todos estos frentes y desviar la atención del caso colombiano al caso costarricense.
¿Cuál sería su respuesta a esa pregunta?
La única explicación es que hay un proyecto que todavía Ortega no ha dado a conocer, uno de otra magnitud, donde Costa Rica quizá sea un componente clave en el sentido de que facilite u obstaculice el desarrollo del proyecto.
Nicaragua ha comprado naves de guerra rusas. En Colombia lo ven con cautela. ¿Costa Rica debe verlo igual?
Cuando se altera el balance de poder militar en una región, eso es una amenaza para todos los países. Costa Rica tiene que estar alerta de qué acciones tomaría Nicaragua.
¿Exagera el Gobierno la reacción por la noticia de que Ortega reclama Guanacaste?
Yo más bien veo una reacción moderada; diplomáticamente pudo haberse planteado más firme. Eso sí, para mí, usar el calificativo de “bravuconada” es bajarle el nivel de amenaza que tienen las declaraciones.