San José
El exdirector del Hospital de Niños, Rodolfo Hernández, fue ratificado este domingo candidato a la presidencia de la República por el Partido Republicano Social Cristiano, fundado por el expresidente Rafael Ángel Calderón, quien participó en el acto. A minutos de quedar en firme su candidatura, lanzó su nueva primera promesa electoral: crear 200.000 empleos.
En un salón del hotel San José Palacio, donde debieron apretujarse unas 800 personas traídas para la ocasión, Hernández manifestó a este diario que, de ser presidente en el 2018, su primer acto de curación político sería impulsar la economía abriendo esa cifra de fuentes de empleo para jóvenes.
"Costa Rica tiene muchos problemas pero una gran prioridad para mí es el empleo. El desempleo va en aumento y hay que trabajar intensamente en la creación de nuevas oportunidades. Lo que está pasando es que la juventud se está desilusionando. Tenemos la obligación, en el próximo quinquenio, de crear al menos 200.000 empleos para los jóvenes", aseguró el que fuera excandidato del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC).
Al consultársele porqué alguien debería votar por él, el pediatra de 66 años invitó al electorado a revisar la trayectoria de los candidatos. "Ruego que lo hagan, porque lo que uno ha hecho en el pasado, es una evidencia de lo que se hará en el futuro", aseguró.
Luego de asegurar que acumula 40 años en la función pública, 14 de ellos en el Hospital Nacional de Niños, y recalcar que nunca ha sido cuestionado en su ética o comportamiento, hasta se declaró orgulloso de haberse salido abruptamente en el 2013 de la candidatura presidencial PUSC. A Hernández también se le preguntó si esta vez sí planeaba terminar el proceso electoral.
"Voy a seguir, este es mi partido, regresé a mi hogar. Lo que hice en la Unidad me siento orgulloso. Es la única vez que un candidato, que potencialmente iba a ganar, en estricto apego a sus valores, prefiere abandonar ese partido por dudas", aseguró Hernández.
En octubre del 2013, Hernández anunció por escrito que dejaba la candidatura entonces por el PUSC argumentando que: "nunca pensé que me tendría que enfrentar a tanta intriga, tanta envidia, tanto egoísmo, tanta traición y tanta deslealtad", apuntan las primeras líneas de su carta de renuncia en aquella ocasión.
Hoy asegura hallarse en un partido auténtico, "con gente que quiere servirle a los costarricenses, que no vienen a servirse, ni a servirnos y que no vienen con otros intereses oscuros". Una de estas personas es el expresidente Rafael Ángel Calderón Fournier quien habló maravillas de Hernandez.
"El doctor representa la lucha socialen este país. Lo que queremos es un presidente con un gran corazón y dipuesto a ir a luchar por la necesidades de Costa Rica. Este hombre lo ha demostrado con su apostolado a la medicina", expresó el expresidente.
Esta mañana también vino a apoyar a Hernández, la esposa de Calderón, Gloria Bejarano Almada, exdiputada del PUSC e integrante del Directorio de la Asamblea Legislativa.
Hernández fue recibido entre aplausos y gritos mientras una cimarrona llenaba el aire con las notas de la canción Canchis-canchis; uno de los más recordados éxitos de la banda Jaque Mate allá en la década de los 80 cuando Calderón ya buscaba la presidencia costarricense.
Acomodados los invitados a la mesa principal y sentados los delegados del partido, la atmósfera en el salón del hotel cobró un matiz decididamente solemne con la interpretación del Himno a la Bandera de Costa Rica y el Himno Nacional entre caras iluminadas por teléfonos celulares desde los cuales parte de la asistencia enviaba tuits, mensajes de WhatsApp y actualizaciones de Facebook.
Quienes no lograron sentarse, se depositaron en las esquinas del salón mientras un sacerdote daba la bendición a los hipotéticos votantes presentes (y ausentes incluso) y oró por el cambio que está esperando el país.
Todavía faltaban tres o cuatro oradores más, incluido Hernández, que hacia las 11:30 a. m. debía tomar la palabra para compartir "parte de sus enfoques, medidas y soluciones para los desafíos que enfrenta el país", decía la invitación al acto de hoy.
Mientras en el salón, madres con niños en brazos y abuelos se acomodaban en gradas y umbrales de puertas a la entrada del salón conforme empezaban a repartirse los refrigerios y almuerzos de rigor cuando todavían faltaba un rato antes de que la voz de Hernández, y su promesa de empleo, también nutriera el salón.