El diputado Justo Orozco llegó al Congreso en el 2010 gracias al voto de solo 20.593 personas, incluso menos que quienes eligieron al otro diputado evangélico, Carlos Avendaño (29.530).
Ya se sabían sus posiciones conservadoras, pero en este periodo coincidió con el impulso que ha tomado el movimiento proderechos legales de las parejas homosexuales, y acabó siendo protagonista en el Congreso.
En parte, esto obedece a las alianzas hechas con los oficialistas del Partido Liberación Nacional, cuyos votos le permitieron presidir un año la Comisión de Derechos Humanos, donde entrabó el proyecto que pretende dar validez legal a las uniones gais.
Aparece en numerosas noticias con frases fogosas, se convirtió en enemigo público de los activistas pro uniones gais y en rostro frecuente del conservadurismo, que también abarca un amplio sector de los políticos y los ciudadanos.
“Todos esos escándalos injustos redundan para bien. Nuestro partido ha crecido muchísimo”, dijo en setiembre , como sabiendo que vendrían más casos.
Ahora, el 6% de la muestra total de la encuesta de Unimer lo menciona a él de primero y de manera positiva entre diputados.
Está en empate técnico con José María Villalta , quien resultó ser el único congresista de Frente Amplio en este cuatrienio, gracias a 32.247 votos, también de San José.
Sus formas resueltas, su crítica frecuente al Gobierno y sus proyectos orientados a grupos sociales, lo colocan con al menos algo de notoriedad, según una encuesta en la que el 65% no es capaz de recordar por sí solo el nombre de ningún legislador. De ninguno.