Sus críticos lo llamaban “agitador profesional” y él rechaza ese calificativo. Agitador, sí; profesional, no, pero lo intenta.
Ahora no lo hace desde una curul ni desde el megáfono de una gran manifestación. De por sí, pocas hay y no cambian la política.
Lo hace desde su casa, donde puede descansar cada vez que se ve obligado por el tratamiento de quimioterapia contra un cáncer en el riñón. Intelectualmente está como nunca, dijo el miércoles en la sala de su casa olorosa a eucalipto, en barrio Escalante, San José. Estaba cumpliendo su año 62 de vida.
“Tengo tiempo para leer y reflexionar, para escribir. Me siento cada día más maduro, reflexiono mejor y entiendo mejor todo. Puedo ser más crítico”, dijo el presidente de Frente Amplio, comunista confeso que promete seguir en la política. “Me quedan largos años”.
¿ Cómo se ven los toros desde la barrera?
Estoy en la barrera y tengo un pie en la arena, pero obviamente se ve todo de una manera más confortable y de una manera más crítica. Tienes más capacidad de ver el conjunto porque cuando estás en el Parlamento solo ves lo que pasa en el hemiciclo y eso a veces es nada.
¿Y cómo ve lo que ocurre en esa arena política?
Es irreconocible. Comparado con unos años antes, ha venido descendiendo hasta los infiernos y hoy está en el momento de máximo desprestigio, de pérdida de credibilidad. Si tú le hablas de política a la gente, te desprecian. Para muchos es corrupción, chanchullos, traiciones, promesas incumplidas, un asco,'
Se ha reducido muchísimo el espacio de la política que yo considero la buena y ese proceso continúa. Es un momento fatal para hacer política. Nadie quiere meterse y la mejor gente del país no quiere ni que le hablen de eso.
¿Se vale culpar también de eso al Gobierno, como de costumbre?
Eso viene ya de tiempo, pero es cierto que este Gobierno es un desastre. Pasa el tiempo y no logra pegar una. Lo que hace lo hace mal y cada día se mete en un nuevo escándalo, en un tema y otro.
La gente está cada vez más enfadada y nada muestra de posibilidad de cambio porque es un partido que parece despedazado, con cada uno tirando para su casa y la Presidenta sin ningún poder real. Es el peor proceso de deterioro, aunque cada día parece que ya no puede ser peor.
¿Necesita la política nacional que el PLN esté fuerte?
El problema es que es una descomposición que viene de lejos. En algún momento pareció una crisis terminal, pero debo reconocer que han tenido la habilidad de salir de esos puntos bajos.
Óscar Arias llegó en el 2005 como un hombre de recambio y le salió bien. Consiguió recuperar la credibilidad de un partido que iba en picada. Como decía Andreotti, el ex primer ministro italiano, cuando le preguntaban si el poder desgasta. Contestaba que lo que desgasta es no tener poder. Mientras un partido tenga poder, se recupera porque tiene recursos y puestos qué ofrecer. El PLN sabe usar ese aparato.
Algo bueno habrá de tener el PLN para seguir fuerte.
Globalmente, debo decir que ha sido positivo para el país. Realizó en otras épocas cosas que ahora la gente las estima como lo mejor del país y las ha interiorizado. Ahora, sin embargo, pasa sin dejar ninguna huella, más que escándalos y lo que se pueda hacer en cada gobierno de cuatro años, a ver cómo tiran la pelota de los problemas profundos para terminar bien. Este país es un desastre porque el período de gobierno real dura dos años; el primer año y el último lo consumen la actividad electoral. Para Costa Rica, gobierne quien gobierne, esto es un absoluto desastre.
¿Vamos a un tercer gobierno seguido del PLN?
Si las elecciones fueran hoy, sí. Falta tiempo y pueden surgir acontecimientos nuevos para intentar derrotar al candidato, que probablemente será Rodrigo Arias.
¿Ve alguna señal de que surja algo nuevo y fuerte?
Es difícil. Como decía Gramsci: “Optimismo de la voluntad y pesimismo de la inteligencia”. Si es por la inteligencia, ¡ah la pucha!, es difícil. Hoy, como está la cosa, tienes a un movimiento opositor extremadamente dividido y las fuerzas políticas y sociales están fragmentadas, mirándose su propio ombligo. Aunque, debo decirlo, hay una posibilidad que no se puede descartar de que un grupo diverso de fuerzas progresistas se pongan de acuerdo en torno a una persona idónea.
¿Ve usted alguna figura que pueda presentar una coalición?
No, la verdad no. Hay gente valiosísima en nuestro partido y en el PAC. Cada uno llevará su precandidato. En nuestro partido mucha gente pide a José María Villalta (diputado), que lo ha hecho impecable, salvo por un error grave que tuvo (confundir en una denuncia a un chofer llamado Óscar Arias con el expresidente). Él ha dicho que no es el momento, pero es probable que cuando sea la hora él acepte. Si debemos ir solos, vamos con todo solos, pero queremos ir en coalición.
Entonces, ¿solo una coalición podría vencer al PLN?
La otra posibilidad sería un deterioro del gobierno que llegue a la economía, pero lo que vemos son cifras económicas sanas. Los indicadores económicos van bien. Cualquiera que lea el balance macroeconómico diría ‘pucha, este país anda bien’. No se ve por dónde le va a afectar en corto plazo una crisis.
Crece el PIB, exportaciones, la inversión extranjera, el turismo y todo eso son locomotoras que van tirando. Diay, no hay crisis, lo que hay es un enorme descontento acumulado, se nota en la calle, una mayor irritación por un vacío de gobierno que convierte al país en un verdadero desmadre.
Hay gente de izquierdas que ve necesario tocar fondo para poder realizar un cambio político.
Nunca he creído en esa tesis de “cuanto peor, tanto mejor”. Se puede tocar fondo y no pasar nada, y que más bien se repriman movimientos. Es mentira que si la gente se empobrece se hace más crítica.
Lo que es cierto es que el enfado popular que usted señala no se traduce en nada organizado.
Eso es cierto. Ya hubo un intento, yo participé en una actividad de indignados. Éramos algunos cientos de personas y tal, es muy antipolítico, muy antipartidos y no dejan hablar a ningún político. Es un movimiento mínimo que no creció en influencia. Se diluyó y no ha vuelto a aparecer.
Vea en España que tuvo tanta fuerza, pero terminó y en las elecciones el señor Rajoy ganó por mayoría absoluta. Ahora están arrepentidos, pero en las urnas le votaron. La eficacia de un movimiento de indignados' mientras no se vea algún tipo de organización y sin pretender formar ningún partido, se pierde. Son cambios culturales, pero sin influencia real de las urnas, que es la única vía.
Ustedes desaprovecharon los impulsos del “combo” y del TLC.
Fueron momentos de gran unidad, pero yo creo que eran consignas muy sencillas, entre “sí” o “no”. Eso no se pudo traducir cuando se quiso llevar a la vida política. Surgieron condiciones sociales extraordinarias que nos hicieron creer que llegaríamos al gobierno, pero siempre fracasó. El error es querer traducir mecánicamente lo que pase en un momento determinado. Creímos ingenuamente que eso tenía traducción política.
¿Queda esa germen?
Es un recuerdo muy reciente y ahora hay más malestar, pero cuando se piensa en política siempre impera la desconfianza, ambición, vanidades de todo el mundo, intereses de cada grupo. Y nadie está libre de pecado en eso. Hay mucha retórica, pero nada concreto.
¿Volvería a apoyar la alianza parlamentaria del 2011?
Indudablemente. Rompió el control hegemónico que siempre ha ejercido el Gobierno con el Parlamente, convertido siempre en una línea de transmisión. Eso descontroló completamente al Gobierno y buscó hacer lo imposible para erosionar. Ensayó compra de votos hasta que logró que el PASE se apartara. ¿A cambio de qué? Nunca lo darán a a conocer.
¿Le vio usted futuro electoral a esa alianza?
Nunca, nunca. Siempre dijimos que la alianza tenía unos requisitos que no se cumplían, asuntos programáticos y de ética.
¿Confía en la ciudadanía en...?
En una parte. Yo desconfío un poco de esa palabra del tico. Te dice una cosa y con enorme facilidad cambia. En el Parlamento ha llegado al colmo. Antes había más honor, pero la gente le importa un pito firmar lo que sea y al día siguiente hace otra cosa.
Y en términos de un cambio social que usted habla, ¿confía en que esta sociedad quiera hacerlo?
Lo que ha apoyado la mayoría hasta ahora es el continuismo y por mucho que proteste, en cada elección dice que no quiere un cambio. No hay sorpresas. Esa la voluntad mayoritaria.