El consultor Iván Barrantes no consideró inconveniente haber compartido su labor de asesor del presidente Luis Guillermo Solís con la atención de clientes privados. Cuestionado por ese hecho, debió renunciar el domingo.
Dos horas después del anuncio presidencial y luego de casi una semana de escándalo público, un agotado Barrantes conversó con La Nación en una mesa de restaurante, mientras se tomaba una cerveza y lamentaba varias veces el costo que ha pagado por mudarse al país.
Este es un extracto de esa conversación con el asesor, quien no dejó de recordar que, durante la campaña electoral, presentó al candidato Luis Guillermo Solís como si fuera un producto para los consumidores.
¿Cómo llegó al lado de Solís?
En campaña, Mariano Figueres (actual director de la DIS) me contacta a través de su compañera Geannina (Dinarte, hoy viceministra de Economía).
¿Cuándo se estableció aquí?
El 1.º de diciembre. Yo les dije: ‘podemos ganar’. Hice una tabla donde, si el candidato ganaba en primera vuelta, yo ganaba $100.000; si ganaba en primera vuelta, pero había segunda ronda, $75.000; si quedaba en segundo lugar, pero pasaba a segunda ronda, $50.000. Ahora hablan de que fue un pago inmoral. En aquel momento, ni ellos mismos creían en las posibilidades de ganar.
¿Tiene algún vínculo familiar con Ottón Solís?
Somos familia del lado de mi padre; no estoy muy seguro, primo segundo, primo tercero, una cosa así.
¿Es Ottón Solís el principal culpable de su salida?
No diría que es culpable, es el principal agitador. Yo no veo nada malo en que una persona tenga clientes públicos y privados. Pero cuando Ottón toma algo y lo magnifica, la cosa siempre se mueve.
Usted comparó al presidente Solís con una Coca Cola...
No. Dije que los métodos de trabajo que yo uso, aunque Luis Guillermo es un político, son métodos que emulan prácticas del consumo máximo, como con Coca Cola.
El presidente se molestó...
Me lo expresó y lo hablamos.
¿Cuál era el acuerdo (de trabajo en Casa Presidencial)?
No había un plan ni un precontrato. Se iba a hacer el diagnóstico. Cuando lo tuviéramos, íbamos a ver cómo lo coordinábamos.
Pero gasta tres meses en un proyecto del que no tiene certeza.
Sí, como cualquier fulano cuando invierte horas...
¿Pero tenía una oferta?
No necesariamente. Cuando usted le presenta una oferta a un cliente, se mata una semana tratando de presentar lo mejor; entonces se le podría contratar, pero es hipotético. Si a mí me dicen que tengo que darle dedicación exclusiva al Gobierno, tendría que decir ‘no’.
¿Cuánto tiempo pasaba en Casa Presidencial?
Había días que no llegaba; otros estaba el día entero. O llegaba en la mañana, salía y regresaba.
Tenía un espacio fijo ahí...
Un espacio como zona de trabajo, como todo consultor.
¿Qué actividades hacía ahí?
Hablar con gente, revisar documentación.
¿Actividades privadas?
No, no, o sea, cuando uno entra a Casa Presidencial, lo captura la dinámica: reuniones, gente entra y sale. Si me preguntás si mandé un mail a equis fulano, obvio que sí.
¿Cuántas empresas tiene?
No, en este momento trabajo propuestas. Estoy con tres muy avanzadas y cinco en potencia. Tres afuera y cinco en el país.
Cobró en campaña ¢111 millones y lleva tres meses sin cobrar. ¿Le pagaron por adelantado?
No. Uno la pega bien, luego tiene la potestad de descansar. Se lo pongo así. El año pasado, por cerca de seis meses no hice nada. La gente lo puede ver raro, pero así funciona.
¿La primera parte del año tuvo a la vez otro proyecto?
No, en campaña era imposible.
¿Tuvo otros proyectos en Centroamérica?
Estoy en dos, como prospectos.
¿Con políticos?
No necesariamente.
¿Pero sí los hay?
Podría ser.
¿Es nocivo Ottón Solís para el presidente?
Yo creo que Ottón Solís es nocivo para muchos siempre que mantenga ese estilo de atacar, de llevar su cruzada de la ética según Ottón. Hoy me tocó a mí; (antes) a Víctor Morales Zapata (diputado). Si él está en una cruzada, perfecto, pero yo no me monto. Eso daña al país.
¿Quién sigue?
Todos lo sabemos, pero mejor no lo digo. Es más, yo fui una salvada, porque alargué el tema.