Al Gobierno le cayó como del cielo el mensaje dado ayer por el expresidente de Colombia Álvaro Uribe a favor de un impuesto que financie la lucha contra el crimen.
En momentos en que la presidenta Laura Chinchilla aboga por un impuesto a las sociedades anónimas de $300 anuales para seguridad, Uribe recordó la utilidad que le generó un impuesto al patrimonio para financiar el combate al narcotráfico y a sus redes criminales.
Uribe estableció el impuesto en el 2002 “sobre la población más rica de Colombia para poder duplicar la policía, de 70.000 oficiales a 140.000. El aprovechamiento del dinero lo vigilaba un consejo de representantes del sector privado.
“Esto generó una gran confianza y nos dio credibilidad para pedir colaboración a otros países”, dijo Uribe en la tarde, a tono con lo que declaró por la mañana junto a la presidenta Chinchilla, quien no se cansa de pedir al Congreso que apruebe el impuesto a sociedades anónimas y también el plan fiscal.
Uribe, quien estuvo ocho años en el poder, hasta el 2010, dijo que la lucha firme contra la inseguridad (reducción de asesinatos a la mitad) propició el crecimiento de la economía y mejoró los recursos para obras sociales.
Estas palabras las dio Uribe durante una jornada en la que se declaró sorprendido por la alarma existente en Costa Rica en torno al tema de la inseguridad.
“¿Por qué están tan preocupados?”, preguntó a este periodista al comenzar una pequeña entrevista en el hotel Real Intercontinental, antes de salir hacia El Salvador para seguir con una agenda programada por la empresa privada Continental Security and Interactive Solutions (CSI).
Minutos antes, durante una charla de más de una hora ante alcaldes, dijo que le sorprende la preocupación en Costa Rica, pero que al mismo tiempo le alegran las acciones “tempraneras”.
Aunque dijo no querer dar consejos, sí exaltó la gestión en su gobierno, centrada en la alianza con Estados Unidos, el estilo de mano dura, asumir la responsabilidad de la seguridad a título personal y crear confianza diciendo la verdad, aunque las operaciones hayan fracasado, según su relato.
Uribe, quien se definió como “un policía vestido de civil”, también abogó por la discrecionalidad presidencial para despedir policías corruptos, como es posible en su país, y en crear un sistema de contrainteligencia para controlarlos.
El exmandatario se manifestó, además, en contra de la liberalización del consumo de las drogas, porque dijo estar seguro de que agravaría la venta y los delitos. “El 100% de los sicarios detenidos en Colombia habían consumido droga al momento del crimen”.