Hay leyendas sobre fantasmas que rondan los edificios de la Asamblea Legislativa. Los viernes resultan ser un buen día para verificar historias de pasillos vacíos. Es fácil; este día casi no hay nadie trabajando, aunque el horario dice que sí.
A una semana de las elecciones de alcaldes y de otras autoridades locales, decenas de oficinas del Congreso permanecen cerradas. Así quedó evidenciado en un recorrido de este diario por 32 de los 57 despachos de los parlamentarios.
Al menos, 15 oficinas vacías, y otras 17 estaban abiertas, pero con menos de la mitad del personal trabajando allí.
En cada uno de estos recintos había entre uno y tres funcionarios encargados de levantar el teléfono o adelantar trabajos para la próxima semana.
Congresistas y asesores de todas las fracciones brillaban por su ausencia y, si bien esta parece ser la estampa normal en el Congreso, la situación se ha incrementado conforme se acercan los comicios locales.
Para quien se pregunte sobre cuál es la diferencia entre la Asamblea Legislativa y las demás instituciones públicas, la respuesta es sencilla: los diputados trabajan en oficina de lunes a jueves, lo cual no quiere decir que los asesores de confianza no tengan que cumplir con un horario.
Al respecto, el jefe de Recursos Humanos de la Asamblea Legislativa, Hugo Cascante, afirma que el deber de los asesores de los legisladores es presentarse a laborar en el horario normal, que es de 9 a. m. a 6 p. m., de lunes a jueves, y de 9 a. m. a 12 m., el viernes.
En teoría, los congresistas aprovechan los viernes para visitar las comunidades que los eligieron y llevan al personal de su confianza para que los apoye.
Así lo explicó el presidente legislativo, Rafael Ortiz.
“Uno se lleva un asesor, el que tiene que ver con temas de ese cantón. No sé; puede ser que algunos estén en campaña, pero igual los viernes los asesores trabajan en las giras”, dijo Ortiz.
En el caso de los legisladores de zonas rurales, en la mayoría de las ocasiones tienen personal de confianza que vive cerca del lugar de procedencia de su jefe. Este es el caso, por ejemplo, de diputados como Johnny Leiva de la Unidad Social Cristiana, o Carlos Hernández, del Frente Amplio.
Cosa de ley. La Ley de Personal de la Asamblea Legislativa deja en cada diputado la responsabilidad sobre lo que hagan sus asesores. El Congreso tiene 334 consejeros en el régimen de confianza, lo que implica que son casi seis para cada parlamentario.
“Siempre he entendido de que ellos son asesores de los diputados, y si el diputado quiere decirles que no trabajen, pues allá cada quien”, agregó el presidente de la Asamblea.
Para Cascante, debería existir una justificación para que los asesores de confianza no estén dentro de las instalaciones de la Asamblea; sin embargo, los congresistas responden directamente ante la administración por el manejo del tiempo que hace su personal designado.
Estos empleados son pagados con dinero del presupuesto de la Asamblea y no del peculio de los legisladores; sin embargo, no están bajo el mismo régimen que el resto del personal.
Esto les permite a los legisladores dar licencias que en ningún otro régimen se encuentran, tal es la falta de controles de marca de asistencia u horarios, pese a que Cascante piensa que sí deben tener una supervisión.