Pérez Zeledón. Hace un par de años, los taxistas se negaban a entrar en la comunidad de Lomas de Cocorí.
Los altos índices de violencia, las calles en mal estado y la presencia del botadero municipal eran suficiente para que cualquier transportista prefiriera no correr riesgos.
Sin embargo, desde que en el 2011 los vecinos decidieron arrollarse las mangas y trabajar por variarle la cara a esta barriada, su destino cambió.
La comunidad tenía reputación de ser una zona donde la delincuencia y la pobreza eran los protagonistas de actos violentos.
“Yo recuerdo que uno llamaba un taxi y se negaban a venir o incluso tenía uno que caminar lejos para irlos a topar.
”Ya eso no pasa. Aquella situación en que asaltaban a la gente a cada rato no se da”, indicó Alis Barboza, dirigente y vecina de esta comunidad.
El barrio fue fundado en la década de los 70 y en el 2011 los lugareños comenzaron a implementar proyectos que mejoraran la calidad de vida de sus 4.000 habitantes.
Noviembre del 2011 fue el mes clave: el botadero municipal fue cerrado por una orden del Tribunal Contencioso-Administrativo luego de años de lucha de los vecinos.
La comunidad exigía su clausura debido a la contaminación que producía y, tras su cierre, desaparecieron los camiones repletos de basura y los malos olores.
Incidencia. Ese mismo año, la comunidad fue protagonista en la destitución del entonces alcalde Luis Mendieta, quien se negaba a aprobar un bono comunal por ¢2.300 millones proveniente de la Fundación Costa Rica-Canadá. Ese fondo se usó tras la salida del hoy exfuncionario.
El bono permitió que la zona cuente ahora con un 100% de sus calles asfaltadas y demarcadas, aceras, alcantarillas, parques infantiles, canchas de fútbol y baloncesto e iluminación, entre otros.
“Cocorí no era un lugar muy querido por la gente. Aquí nadie quería comprar propiedades. Hoy en día, la gente nos ve con otra perspectiva; como una comunidad desarrollada. Incluso usted va a los bancos y escucha gente preguntando por créditos para comprar propiedades aquí”, explicó Antonio Mora, quien fungió como presidente de la Asociación de Desarrollo por 12 años e impulsó, junto a sus vecinos, estos cambios.
Seguridad. La venta de droga, los asaltos a toda hora del día y los actos vandálicos disminuyeron desde que se implementó el bono comunal y se iluminaron las calles.
“Antes las calles estaban más oscuras y los delincuentes aprovechaban eso para esconderse e incluso vender droga. Desde que se implementó el bono y con el cierre del botadero, se fue mucho delincuente”, afirmó Carmen Mora, vicepresidenta de la Asociación de Desarrollo.
En la Fuerza Pública aseguran que la cantidad de denuncias que atendían en la zona disminuyó.