¿Y dónde está la presidenta? Esta pregunta suele surgir cuando la mandataria Laura Chinchilla es requerida para algún asunto de interés nacional o bien, cuando en alguna actividad en la que estaba prevista su presencia, simplemente no aparece por ningún lado.
El ministro de Comunicación, Carlos Roverssi, dijo que muchas veces actividades de última hora desajustan la agenda de la mandataria, y explicó que esta es la razón por la cual las actividades previstas se cancelan sin aviso de por medio.
“Se nos han presentado casos en la agenda que impiden que la presidenta pueda llegar y la gente a veces se resiente”, dijo Roverssi.
El vocero aceptó que el manejo del día a día de la mandataria es complicado y se comprometió ayer a coordinar mejor para que sea más sencillo acceder a ella.
Los cambios, según el ministro, llegarán pronto, y afirmó que es un compromiso personal el regular de mejor manera el anuncio de actividades de la presidenta, pues el único ítem fijo de su agenda en la página web de la Presidencia suele ser el del almuerzo.
Refuerzos. Los ajustes en la forma en que se comunican las actividades de la presidenta Chinchilla son uno de los puntos a enderezar por parte de Roverssi, en el ministerio que a criterio de la propia mandataria es el “más complicado”.
Ante el panorama, el jerarca procura ordenar la casa, aunque los problemas siguen brotando desde lo interno. Apenas el viernes renunció el director de prensa , Mario Aguilar, al tiempo que dos periodistas fueron despedidos.
Ante este panorama y con menos de un mes en el cargo, Roverssi trata de acomodar su equipo para enfrentar los 10 meses que le quedan por delante a este Gobierno.
Para ello, la Presidencia contratará dos politólogos y dos periodistas de confianza del nuevo ministro, al tiempo que busca a quién nombrar para que supla el vacío que dejó Aguilar.
En medio de estos problemas “domésticos”, Roverssi intenta mejorar una comunicación hacia afuera, empezando por dentro, para ello, el jerarca advirtió que se centrarán más en dar a conocer los logros alcanzados por el Gobierno, más allá de entrar en polémicas, especialmente en las redes sociales como Facebook o Twiter, que han significado un verdadero dolor de cabeza para el Gobierno.