De los 75.748 alumbramientos que hubo en los hospitales de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), durante 1994, 16.011 bebés -el 21 por ciento- nacieron mediante la intervención quirúrgica conocida como cesárea
Especialistas del mismo Seguro Social reconocen que ese porcentaje es muy elevado; otra de las preocupaciones de los galenos es que esa cifra relativa lleva una ruta creciente pues pasó de 13,89 por ciento en 1982, a 19,77 por ciento en 1990 y el año pasado se situó en el 21 por ciento.
En algunos centros hospitalarios de la misma institución, esa cifra relativa es superior al promedio nacional. Documentos institucionales señalan que el incremento del procedimiento no es general, ni de la misma magnitud en los distintos hospitales.
Lo cierto del caso es que el promedio costarricense supera el establecido internacionalmente; de acuerdo con datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se recomienda que entre un 10 y un 12 por ciento de los infantes de un país lleguen al mundo por medio de esa cirugía. La norma nacional considera válido que 14 de cada 100 bebés que ven la luz anualmente nazcan por la vía abdominal.
¿Abuso?
¿Esa diferencia entre el porcentaje nacional y el aceptado internacionalmente revela que en los hospitales ticos se abusa de esa intervención quirúrgica? ¿Se estará recurriendo a dicha operación por comodidad y rapidez?
La respuesta, de acuerdo con los médicos, no puede ser tajante, sino que debe ser producto de un exhaustivo análisis que conduzca a determinar el porqué se llevó a una parturienta al quirófano.
El jefe del servicio de ginecoobstetricia del México, Adolfo Broutin, estima que ante de juzgar es necesario determinar las características del hospital y la calidad del equipo disponible en el momento de atender un parto.
De acuerdo con el profesional, el México es un centro de referencia adonde otros hospitales envían a embarazadas de alto riesgo, lo cual incrementa la opción de efectuar la citada intervención quirúrgica; el año anterior practicaron 1.241 procedimientos (un 23,6 del total de partos).
El jefe de servicio de ginecología oncológica del Calderón Guardia, Francisco Fúster Alfaro, es del criterio que los problemas médico-legales que se han incrementado en los últimos años constituye otro de los elementos que elevan el porcentaje de cesáreas. Advirtió que en su caso, ante la mínima sospecha de una complicación durante el alumbramiento, prefiere recurrir a la operación.
Para el subdirector del Instituto Materno Infantil Carit, Moisés Fallas Corrales, no se puede hablar de abusos si previamente no se correlacionan los datos de cesáreas de los diferentes centros médicos, con la morbimortalidad (enfermedad y muerte) de los recién nacidos.
De acuerdo con el galeno, nada hace una maternidad con tener porcentajes muy bajos de cesáreas si son muy elevadas las cifras de bebés que nacieron con dificultades producidas durante el parto.
Un criterio similar esboza la directora del departamento de Salud del Niño del Ministerio del ramo, María Elena López, quien destaca que existen países, como Haití, cuyo índice de cesáreas es muy bajo, gracias a que las mayoría de los alumbramientos se atienden en los hogares, pero, en contraste, las cifras de mortalidad neonatal y materna son muy elevadas.
También hay naciones que presentan la otra cara de la moneda: Canadá y Gran Bretaña manejan porcentajes de cesáreas del 10 por ciento y con tasas de mortalidad materna y neonatal sumamente bajas.
El representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Hugo Villegas, advirtió que en países como Brasil existen maternidades que se manejan con índices de cesáreas del 80 y 90 por ciento.
Broutin considera que no deben existir cifras ideales pues, a su juicio, es imposible determinar en qué momento se debe correr y hacer la intervención quirúrgica para evitar complicaciones a las criaturas.
Otros colegas, como el el jefe de la sección de ginecoobstetricia del Calderón Guardia, Arturo Esquivel Grillo, estiman que es vital establecer controles de calidad a fin de determinar las indicaciones de las cesáreas pues solo así se precisaría si realmente existe un abuso con las cesáreas.
Profesionales consultados por La Nación sostienen que es más sencillo hacer esta operación que atender un parto normal -cuya labor puede prolongarse hasta 12 horas-, pero enfatizan que prefieren un alumbramiento vaginal por las ventajas que ofrece tanto a la madre, como al recién nacido.
Broutin rechaza estas apreciaciones y manifiesta que a si bien hay partos vaginales fáciles, también se encuentran cesáreas sumamente complejas y viceversa.
Pero a pesar de esas diferencias todos coinciden en que el alumbramiento normal es más fisiológico y le da oportunidad al bebé de ir amoldándose poco a poco a ese mundo exterior que apenas empieza a explorar.
Entre ventajas y desventajas
Entre el parto por vía vaginal y el parto por vía abdominal (cesárea), los médicos reconocen que existen diferencias; por eso sostienen que este último procedimiento se debe efectuar únicamente cuando las condiciones lo ameritan.
Parto por cesárea
Dos días de hospitalización como mínimo. Mayor riesgo de complicaciones. Más probabilidades de infecciones. Riesgo de hemorragias más profusas. Convalecencia más lenta. Mayores dificultades para amamantar al pequeño en los momentos inmediatos al alumbramiento. Asistencia de al menos cinco profesionales en el quirófano. Uso de analgésicos, antibióticos y materiales de sutura durante la intervención quirúrgica. Se trata de un procedimiento más costoso. No es fisiológico.
Vaginal
Egreso 24 horas después del parto. Menor riesgo de complicaciones. Mínimas posibilidades de infecciones. Sangrado normal. Convalecencia rápida. Permanencia de la madre con el niño minutos después de nacido. El parto puede estar asistido únicamente por una obstetra, un neonatólogo y un anestesista. Mínimo uso de analgésicos, antibióticos y materiales de sutura. Un procedimento de bajo costo; en la CCSS su valor ronda los ¢30.000. Es fisiológico.
Fuente: Consultas a profesionales en ciencias médicas.