La Asociación Iglesia Luterana Costarricense (ILCO), fundada en 1988 aquí de mano de Melvin Jiménez Marín, acabó metida en la política este año, pero esta no le es completamente ajena.
La iglesia de esta rama cristiana protestante, que dice alcanzar a unos 5.000 costarricenses, intervino con fuerza en la lucha del “no” al Tratado de Libre Comercio (TLC) en el 2007 y ha fijado posiciones activas en temas polémicos como el reconocimiento de derechos de la población homosexual.
Además de haber adoptado un activismo fuerte por poblaciones desfavorecidas, compromete su “agenda de incidencia” en la lucha contra el modelo económico liberal, que considera inconveniente.
El último ejemplo fue la carta que las autoridades de la Iglesia divulgaron en abril, cuando su líder quedó designado como ministro de la Presidencia para el gobierno de Luis Guillermo Solís.
“De los resultados de esta elección dependía que la economía y la política nacionales siguieran en el abismo de corrupción y latrocinio en que las habían sumido los representantes del neoliberalismo”, decía la carta.
“Tenemos esperanza de que se abrirán nuevos caminos para un mayor impacto de nuestra incidencia desde la fe cristiana en políticas públicas”, se lee también.
El documento lo firmó el entonces pastor director ejecutivo, Carlos Bonilla.
Consultado ayer por este medio, Bonilla recordó ese documento: “Se trata de un documento oficial de la Iglesia Luterana Costarricense, firmada por el entonces director y consultada y mejorada por quienes en ese momento ejercían la conducción colectiva de la Iglesia”.
La Iglesia reporta tener presencia en 30 comunidades, con 1.500 miembros inscritos y 11 pastores. Funciona con cooperación internacional.