Conmovido por el ambiente de alegría y de respaldo que lo rodeaba, el presidente José María Figueres afirmó ayer que los momentos más difíciles provocados por las reformas que impulsa su gobierno quedaron atrás.
Figueres, con voz entrecortada, agradeció el esfuerzo hecho por los costarricenses durante los primeros meses de su administración, pero recalcó que los cambios eran necesarios. "Ya pasó la peor parte de este aguacero", señaló.
Sus declaraciones se produjeron durante una fiesta de desagravio que le ofrecieron delegaciones comunales de todo el país, ministros, diputados y líderes liberacionistas en los jardines internos de la Casa Presidencial.
El mandatario enfatizó que las acciones de su gestión procuran el bienestar para el mayor número de personas. En ese sentido, indicó que, al igual que una casa, el país requiere ser sometido a reparaciones cada cierto tiempo.
Advirtió que, contrariamente a lo sucedido en anteriores administraciones, la suya no ha querido poner parches para atender los problemas del país, sino que ha impulsado soluciones permanentes, con una visión de largo plazo.
El Presidente también destacó los esfuerzos en campos como salud, educación y reforma del Estado para mejorar los servicios.
Apoyo
El ministro de Coordinación Regional, Sergio Quirós Maroto, promotor de la actividad, afirmó que el convivio de ayer confirmó el respaldo del pueblo a los planes de lucha del Poder Ejecutivo contra la pobreza y la corrupción.
Esta actividad, realizada ente 10 a.m. y 2 p.m., tenía como propósito ofrecerle un desagravio a Figueres por el incidente ocurrido en Ciudad Quesada, San Carlos, cuando un grupo de educadores lo increpó y por otro hecho similar protagonizado el 15 de setiembre por colegiales, en el Parque Nacional, en San José.
Desde tempranas horas de la mañana, las delegaciones --la mayoría equipadas con mantas, pancartas y acompañados-- y diferentes grupos musicales llegaron a la Casa Presidencial en autobuses o vehículos particulares.
Entre las comunidades representadas figuraron Santa Bárbara de Heredia, San Francisco de Dos Ríos (en la capital), Paquera y Cóbano (Puntarenas), Zarcero (Alfaro Ruiz, Alajuela), San Isidro de El General (Pérez Zeledón, San José), Tarrazú (San José), San Ramón y Poás (Alajuela), Chacarita y Corredores (Puntarenas), así como La Cruz (Guanacaste).
Diputados, ministros y presidentes ejecutivos de instituciones autónomas se sumaron al acto, al igual que representantes del Partido Liberación Nacional (PLN) como su presidente, Rolando Araya, y Carlos Manuel Castillo.
También asistió una numerosa comitiva de indígenas del Alto Pacuare, quienes salieron a las 6 a.m. de las faltas del cerro Chirripó Grande. Además, unos 60 excombatientes de 1948 y 1955 se presentaron, portando su gorra distintiva.
El ministro Quirós afirmó que las expectativas de asistencia se vieron superadas (se esperaban entre 5.000 y 7.000 personas) por lo que hubo que trabajar "horas extras" para darle refrigerio a toda la concurrencia.
Gerardo Bolaños, presidente ejecutivo del Banco Central (izquierda), tuvo que improvisar ayer para protegerse del sol. El jerarca se sumó a las voces de apoyo al mandatario José María Figueres, a quien saluda.
Libreta de apuntes
El presidente José María Figueres aprovechó la fiesta de desagravio que le ofrecieron ayer no solo para agradecer el apoyo de las comunidades, sino también para recordar sus tiempos como candidato presidencial.
Luego de pronunciar un discurso, se lanzó de la tarima hacia el público. Allí empezó a abrirse paso repartiendo saludos, abrazos, besos y hasta firmando autógrafos y fotografías.
Uno de los artistas que animó el agasajo al Presidente fue el Charro Sulivan. Este invitó al público a cantar con él algunas canciones mexicanas pero, sin medir el doble sentido de sus palabras, solicitó: "¡Que se oigan los mariachis!"
Varios de los presentes se volvieron a ver con una mirada maliciosa. Uno de ellos, un hombre joven, respondió en voz baja: "Aquí no hay mariachis."
"¡A ¢600 la camiseta!", pregonaba un hombre que se instaló con un megáfono en los jardines de la Casa Presidencial.
Esta persona, junto con varias más, tuvieron relativo éxito con la venta de camisetas blancas, verdes y negras que tenían estampado el apellido "Figueres" (adelante) y la leyenda "Ni un paso atrás" (en la parte trasera).
El tumulto también atrajo a varios vendedores de lotería quienes, ni lerdos ni perezosos, se colaron en el convivio para ofrecer enteros o fracciones.