Un día después de resultar elegido con la mayor ventaja registrada en toda América Latina en los últimos 35 años, Luis Guillermo Solís repitió ante la prensa la palabra “cambio” como si se lo hubiera ordenado cada uno de sus 1,3 millones de votantes.
El hombre que sacó 55 puntos de ventaja (77% frente a 22% del rival en la 2.ª ronda) andaba vestido de negro, pero sobresalían sus zapatos viejos. El betún abundante y el brillo que él mismo le sacó al cuero no tapó las reventaduras en los costados ni la suela gastada por dos años de uso.
Ya era necesario el cambio y hoy, cuando se ponga la banda presidencial, Solís estará tratando de amansar unos zapatos nuevos. Ya no más promesas de cambio; ya toca ejecutarlo en cualquiera de los significados que la palabra tome en este cuatrienio.
El excandidato del Partido Acción Ciudadana (PAC), sin representar del todo los postulados de esta agrupación, juramenta hoy a su equipo de gobierno, un grupo que, según sus palabras, representa la primera evidencia del cambio político .
Lo acompañan figuras de herencia socialcristiana, algunos militantes del PAC, académicos debutantes en la función pública y un miembro del gabinete saliente, Celso Gamboa. “Vamos a cambiar Costa Rica”, decía un enorme rótulo sobre el escenario el día en que Solís los presentó.
Ningún jerarca, sin embargo, tiene tanto margen de poder como Melvin Jiménez, ministro de la Presidencia, a pesar de su condición de obispo de la Iglesia luterana, una de las novedades de este Gobierno.
Primeros pasos. Hoy el Estadio Nacional donado por China será por primera vez escenario de una ceremonia de traspaso de poderes. Estará Solís, su equipo, invitados especiales, público de gradería y, por supuesto, los 57 nuevos diputados, de los cuales solo 13 son del PAC.
Esta es otra particularidad de este 8 de mayo, aunque nadie duda en llamarle “dificultad”, pues Solís y su PAC quedan obligados a negociar sus prioridades legislativas, como ocurrió este 1.° de mayo.
Diputados de las nueve bancadas hicieron coincidir sus discursos en la necesidad de un cambio político, conscientes de las lecciones aún crudas de la campaña.
Ottón Solís lo tiene claro. Aunque no es el más cercano al nuevo presidente, confía en que la austeridad marca “PAC” llega hoy al Poder Ejecutivo y, por tanto, la autoridad moral para perseguir la corrupción.
Por cierto, Solís se tiene guardada una de las medidas que ejecutará contra algunos casos de corrupción en la función pública. No la quiso decir aquel día que andaba con los zapatos viejos porque se trata de “algo contundente” que perdería efectividad si lo anuncia, argumentó entonces.
A Solís lo juramentará Henry Mora , un economista que nunca antes ha tenido cargos políticos y que este 1.° de mayo logró convertirse en presidente legislativo con votos de diputados socialcristianos y del Frente Amplio.
Fue la primera prueba para un PAC que recibió 1,3 millones de votos presidenciales (2.ª ronda), pero solo el 37% (480.000) para la Asamblea Legislativa.
Luis Guillermo Solís fue en las elecciones más atractivo que el PAC mismo. Le creyeron su discurso y sus propuestas; logró emocionar a muchos con sus formas de ciudadano común y corriendo en tenis por los barrios.
Ese Solís se pone hoy la banda presidencial, respaldado por una cantidad de votantes que ni el más optimista vio venir. Sabe, sin embargo, que los ciudadanos ahora no se entregan; dan o quitan el apoyo si les parece que hay razones para hacerlo.
De momento, Solís siente que la gente casi le gritó “¡cambio!” y hoy tiene que empezar. Ya empezó por los zapatos. El hijo del exzapatero Freddy Solís estrenó unos el martes 29 para ir a una cumbre en México (“50% de descuento”, contó orgulloso).
Este mediodía comienza a definir qué cambio y qué dirección.