Entradas con descuento, shots de licores sin cargo adicional, tragos a dos por uno y hasta el acceso a jacuzzzis con muchachas en ropa ligera. En la carrera por ganarse a un cliente, los límites los establece la imaginación.
Esta es la realidad de las fiestas intercolegiales que hoy enfrentan la competencia, no de una, sino de dos y hasta tres eventos simultáneos cada fin de semana.
Así como las fiestas de colegiales han evolucionado de pequeños encuentros informales a masivos eventos intercolegiales, también se han sofisticado y profesionalizado la planificación, la logística y las estrategias de mercadeo y promoción.
Todo empieza con la selección de la fecha y el sitio de la fiesta: no puede coincidir con los de exámenes ni debe elegirse un lugar “quemado”, relató un joven de 17 años (cuyo nombre se reserva para proteger su identidad). Él ha organizado unos 15 eventos en el transcurso del último año.
En uno planeado con antelación, los anfitriones, incluso, visitan y comparan varios locales antes de escoger el más idóneo.
La convocatoria se efectúa mediante Facebook y, con frecuencia, son actividades temáticas con alusiones sexuales.
“Como ahora hay competencia, entonces las fiestas ven cómo hacen para que la mayor cantidad de gente asista.
”Se analizan los precios de entradas y del licor; se procura que el afiche del evento sea llamativo, y que el DJ sea bueno”, relató el joven, quien recalcó que la calidad de la música era un ingrediente fundamental.
Este adolescente explicó que suelen participar varios organizadores con distintas especialidades: desde la compra del alcohol hasta los contactos.
Además de los hosts (anfitriones), lo común es que haya un equipo de cinco o diez personas a cargo de la venta y distribución de las entradas.
En una actividad de gran magnitud, los organizadores se hacen cargo de contratar seguridad y transporte.
El Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD) y el Ministerio Público aseguran haber detectado otras estrategias de mercadeo más cuestionables; entre ellas, fiestas con bailes eróticos a cargo de menores de edad.
El ingenio lo aprovechan los organizadores para identificar a posibles autoridades infiltradas y para tratar de sortearse a la policía, relató Carlos Alvarado, director del ICD.
Según el jerarca, los organizadores de un evento, hace dos semanas, hasta firmaron un “contrato distractorio ” en otra sede para confundir a las autoridades que los perseguían.