La búsqueda de mejores oportunidades de empleo obligó a Giovanny Tenorio Solís a trasladarse con su familia de los fríos barrios de Vázquez de Coronado, en San José, al húmedo calor de Garabito, en Puntarenas.
Este mensajero es parte del nutrido grupo de padres que, este martes, acompañaron a sus hijos en su primer día de clases, en la Escuela Central de Jacó, el centro educativo de Garabito que más alumnos nuevos registra cada año.
Según una investigación de La Nación, con base en registros del Estado de la Educación, el cantón de Garabito es el único en todo el país donde la población estudiantil crece.
De acuerdo con su directora, Vera Alpízar Sánchez, esta casa de enseñanza primaria se caracteriza por un aumento sostenido en la matrícula debido a la gran cantidad de familias que llegan a la zona en busca de trabajo en áreas como construcción, turismo o servicios.
Por ejemplo, del 2015 a este año, el número de estudiantes pasará de 725 a más de 750, según las proyecciones, dijo Alpízar. Los niveles que más crecen son preescolar, con seis secciones este año, y el primer ciclo (primero, segundo y tercer grados).
Este 2016, Alpízar cumplirá 13 años de trabajar aquí y recuerda que, cuando empezó en el 2003, había 450 alumnos.
Novedad. El primogénito de Tenorio, Gianluca Tenorio Fernández, no solo estrenó barrio y casa en diciembre, cuando se pasaron a vivir a Jacó. Desde este martes también estrenará escuela.
A su papá le pasó lo mismo que al marido de Fanny Munguía, Manuel Somarribas, una pareja de nicaragüenses que lleva varios años de vivir en este cantón porque en su cercanía han hallado más opciones de empleo.
Este martes, mientras Fanny acompañaba a su pequeño Manuel Josué Somarribas en su primer día lectivo, el papá de esta familia trabajaba levantando casas nuevas en Quepos.
Manuel los visita cada 15 días a Jacó, pues por ahora debe viajar hasta Quepos para asegurar la manutención de los tres hijos que tiene con Fanny.
Ellos reflejan otra particularidad de esta escuela: una cuarta parte de los alumnos son extranjeros o de padres foráneos.
Aquí comparten espacio más de una decena de nacionalidades. Aunque predominan los menores nicaragüenses y colombianos, también hay italianos, dominicanos y estadounidenses.
Impacto. Más estudiantes es más de todo y bien lo sabe Elena Cerdas Flores, una de las cuatro cocineras del centro educativo, quien lleva el pulso de los pequeños nuevos a través del número de platos que prepara. Este martes alistó unos 750 almuerzos.
Demasiado trabajo tratándose de 750 platos con arroz, frijoles, carne en salsa, ensalada de vegetales y fresco de tamarindo y mora.
A ella, las ocho horas diarias se le han llegado a convertir en 10 y hasta 11 para poder dar abasto con todo.
La cocina es solo una de las áreas que ha recibido el impacto del incremento en la matrícula y Alpízar dice que este año planean construir dos o tres aulas más.
Por ahora, para hacerles lugar, han tenido que aumentar la cantidad de alumnos por sección. En algunos casos, la cifra ha debido subir de 25 a 35 o más.
El número de maestros también ha crecido: mientras hace una década eran apenas 20, este martes ya superaban los 30.