San Carlos Una bandera raída y desteñida ondea en su mastil, frente a la escuela del pequeño y alejado pueblo El Jardín de Cutris, en San Carlos.
El abandono en que se encuentra ese símbolo patrio causa impresión; mas ese abandono se extiende a la único aula y al viejo comedor de madera que, a partir de este 10 de febrero, albergará a los ocho alumnos que recibirán clases en la escuela.
En el centro de la estructura prefabricada, resalta una improvisada maceta. No está de adorno. La pusieron ahí para recoger el agua de las goteras que se filtran por el techo y que no en pocas ocasiones mojan a los niños.
Las ventanas del costado norte están quebradas y los marcos oxidados. “Por esas ventanas también se mete el agua cuando llueve con viento”, expresa Cristian Esquivel, vecino del lugar, quien gestiona la donación de materiales para reconstruir el aula a fin de que los alumnos reciban lecciones con dignidad. Además, afirma que el estado del comedor es mucho peor: la vieja construcción de madera se está cayendo a pedazos con ayuda del comején.
Para el docente y director, Wálter Gamboa, ese comedor atenta contra la integridad física de los niños. Por ello, clama al Ministerio de Educación Pública (MEP) para que lo sustituya por un local nuevo, con el mobiliario adecuado.
Sin embargo, las carencias de la escuela, fundada en la década de los 90, van más allá. No tiene corriente eléctrica, y esto explica porqué no hay computadoras o equipos de audio y video.
“Los niños ni siquiera saben cómo operan. Tecnológicamente hay un gran rezago”, dijo Esquivel, quien abriga la esperanza de que, en pocas semanas, la Cooperativa de Electrificación de San Carlos (Coopelesca) conecte el servicio gratuitamente.
Solo con una donación podrían tener energía eléctrica en la escuela, situada a 4 kilómetros del río San Juan. “Aquí no tenemos recursos para cubrir el derecho de conexión”, argumentó el dirigente.
La lista de necesidades incluye muebles para guardar los libros que, actualmente, reposan sobre una banca de madera, pupitres nuevos y material didáctico.
“¡Lamentable! Los niños al retornar al aula se volverán a encontrar con que los viejos problemas no han sido solucionados”, dijo Walter Gamboa.