Para Ramón Madrigal, conocido en la comunidad de Marcos Pérez como Moncho, el río Turrubares y la ausencia de un puente los ha tenido maniatados y lejos del desarrollo que tanto anhelan.
Ramón tiene 80 años, es uno de los fundadores de este poblado y, al igual que sus vecinos, sueña con ver esa obra terminada.
Sus hijos y nietos deben desplazarse por más de una hora para ir al colegio de San Pablo. El tiempo y la distancia podrá reducirse notablemente cuando el paso por el afluente se habilite.
“Aquí mucha gente está estancada y no puede salir a trabajar afuera porque enfrenta un peligro cada vez que debe cruzar el río”, reclama este agricultor.
Su esposa, María Ramírez, narra que más de 170 personas, entre vecinos de esa comunidad y de poblados aledaños, están trabajando en Jacó. Al regreso, ya casi de noche, deben sortear las crecidas del Turrubares. “El puente es una bendición y un alivio”, asegura.