Un poco más al norte de Ciudad Quesada, aunque la apatía estatal insinúe otra cosa, Costa Rica sigue escurriéndose con paciencia hasta estrellarse contra el río San Juan.
Los llanos son una constelación de pueblitos que reposan al borde del código 506: San Antonio, Medio Queso, Caño Ciego, Punta Cortés.
Ahí, en Pavón de Los Chiles, a 30 kilómetros y ¢70.000 de la universidad más cercana, Yorleni Villegas Bermúdez sueña con un aula cargada de niños.
Aunque ninguno de los centenares de jóvenes de los cantones limítrofes sea menos tico, Yorleni y sus coetáneos son ciudadanos de segunda categoría cuando se trata de empleo y educación superior.
Las universidades están afincadas en Ciudad Quesada –a 80 kilómetros de Pavón– y la opción más cercana es Santa Clara, a 30 km, sede de una única ‘U’ privada.
Pero para llegar ahí no solo hay que sortear la distancia, sino también invertir un presupuesto que no hay.
“He hecho números conservadores según los cuales yo necesitaría un salario de ¢100.000 al mes y en la actualidad no gano más de ¢30.000”, explica la joven, quien ocasionalmente trabaja los fines de semana en un supermercado, pero no ha logrado encontrar una alternativa más estable.
Las opciones laborales que le permitirían quedarse en su cantón son muy limitadas. Hay trabajo en piñeras y plantaciones de naranjas donde las jornadas se extienden por más de ocho horas. Eso es todo.
Lo demás es buscar el confort imaginado y remoto de la Gran Área Metropolitana. Emigrar al Valle, más allá de las montañas.
En los zaguanes de las viviendas de Los Chiles, en las reuniones de esas noches pegajosas, Yorleni y sus amigos hablan de sus días del colegio, de cuando el título de secundaria era una garantía.
“Sacar el bachillerato para trabajar como peón agrícola o empleada doméstica, no tiene sentido”, puntualizó la joven.
A pesar de las pocas oportunidades de trabajo, Yorleni no quiere salir de su cantón, abandonar a su familia y a sus amigos.
Si ella tuviera la opción de estudiar para ser maestra, las escuelas de Los Chiles contarían con una profesora más para nutrir las aulas de los llanos, pero donde ella nació esas oportunidades no existen.