Durante el último año, la pitoreta del tren suena en las mañanas y las tardes entre Curridabat y Taras de Cartago, y aunque para los cartagineses se hace común escucharla, siguen a la espera todavía de la llegada del convoy a la Vieja Metrópoli.
Poco más de un kilómetro de durmientes y rieles separa el arribo del tren a Cartago. Las obras están a la altura de Taras.
Graciela Aguilar vive a 50 metros de la estación central de trenes en la ciudad de Cartago y asegura que cuenta los días para que llegue. Ella vivió allí cuando el tren era cosa diaria, y también lo vio partir en los años noventa, cuando cesaron los recorridos.
“Hace falta ver el tren de nuevo acá. Yo viajé hasta Limón desde aquí y hoy estamos deseando que llegue de nuevo; no saben los chiquillos de ahora lo bonito que era un viaje en tren”, expresó Aguilar mientras caminaba a la par de las obras para la nueva estación de pasajeros.
Miguel Carabaguíaz, presidente del Instituto Costarricense de Ferrocarriles (Incofer), les tiene buenas noticias a Graciela Aguilar y a miles de cartagineses: “El tren debe estar funcionando ya con pasajeros para febrero, falta poco más de un kilómetro para que se concluyan las vías”.
Atraso. Un fallo en una tubería de agua potable en Ochomogo el año pasado atrasó un mes las obras.
Carabaguíaz, que ayer acompañó a un equipo de La Nación en un recorrido en locomotora de Curridabat a Taras de Cartago, dijo que el tren es seguro y los usuarios verán el paisaje con cafetales y casas.
Estimó que los nuevos trenes vendrán de España a más tardar la primera semana de febrero y esto empatará con el final de las vías, para entrar a operar.
Cada tren, con dos vagones, podrá transportar a 280 personas.
“A finales de enero se termina la vía. Luego empiezan pruebas para definir las velocidades de cada tramo y con ello cuánto tardará el recorrido”, agregó.
El tramo desde San José a Cartago es de 22 kilómetros y tendrá varias paradas estratégicas.
En el trayecto ya se observa el desarrollo de tres estaciones para pasajeros, todas donadas: una por la empresa privada, la segunda por la Universidad Autónoma de Centro América (UACA), en Cipreses de Curridabat, y una más por el Colegio de Ingenieros y de Arquitectos (CFIA).
Según Carabaguíaz, la obra tiene un avance del 90% y se invirtió poco menos de los $6 millones otorgados para ese proyecto.