Profesores de Grecia, Pavas, Limón, Atenas, Guanacaste, Naranjo, todos coinciden: lo crítico de que los menores tengan su teléfono es que se transforman en un blanco perfecto para asaltantes.
Aunque la regla se aplicaría a cualquiera, ellos suelen exponerse más de la cuenta por un asunto de ingenuidad.
Así lo informó Juan José Andrade, director de la Fuerza Pública, quien estimó que cerca del 90% de colegiales posee uno.
Magda Jiménez, orientadora del Liceo Luis Dobles Segreda, en La Sabana, contó que cada día, al menos tres o cuatro de sus alumnos se quedan sin celular por robos, asaltos o descuidos. Ahí reciben clases unos 2.000 jóvenes.
Andrade recordó las normas básicas para evitar asaltos, que podrían acabar en homicidios: no exponer el teléfono en vías públicas o sitios solitarios y oscuros, y mantenerlo siempre en silencio.
El celular en manos de un menor abre, además, la puerta a una amplia gama criminal.
“Peor que un robo, es que contacten a los menores a través de redes de proxenetismo, explotación sexual, uso o venta de drogas y violencia que hoy se mueven por redes sociales”, opinó Andrade.
Para impedirlo, dijo, sus padres deben supervisar qué hacen con el aparato, qué guardan dentro y cuáles sitios web visitan.
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