La vida para las 80 familias de Pabellón de Santa Ana jamás volverá a ser la misma.
La comunidad que por años disfrutó a sus anchas del aire fresco, el silencio y la paz que ofrecen las altas colinas del Valle Central ahora deben compartir su espacio con 17 torres gigantes.
El cambio ha sido radical. El paisaje se alteró en la medida en que se fueron poniendo en pie los molinos de viento, hoy visibles desde diversos puntos aledaños.
Los nuevos vecinos, cuya silueta apenas se deja ver cuando hay mucha neblina, van camino a convertirse en un atractivo para el turismo “verde” en Pabellón.
Así, además de aportar 15,3 MW de energía limpia al sistema eléctrico nacional, las torres eólicas de Santa Ana podrían motivar visitas a esa zona, hasta ahora poco conocida entre los josefinos.
María Lourdes Pacheco, presidenta de la Asociación de Vecinos de Pabellón, dijo que están trabajando en esa iniciativa en conjunto con la Municipalidad de Santa Ana, pero el plan aún está muy crudo.
“Estamos pensando en un turismo de caminatas, verde, muy sano, pero para eso tenemos que contar con un servicio de agua que no existe aún”, manifestó Pacheco.
Seguridad, basura y agua. Antes de dar el paso hacia la atracción de turistas, los pobladores de Pabellón tienen tres temas por resolver: seguridad, basura y agua.
Aún está pendiente el manejo de escombreras, que son sitios donde la CNFL deposita la tierra y escombros provenientes del proyecto.
La preocupación, explicó, es porque esta es una zona protegida, donde hay fuentes de agua. Además por ser empinada podrían darse deslizamientos.
Otro problema es que la carretera en asfalto construida por el desarrollador del proyecto le da fácil acceso a la zona, no solo a los pobladores sino a visitantes, “algunos no muy bien intencionados”, y la comandancia más cercana está en Santa Ana centro.
La dirigente comunal dijo que también deben construir un acueducto comunal y lograr que la Municipalidad les dé servicio de recolección de basura.
Alejandro Araya, encargado del área socioambiental del proyecto, dijo que desde el principio mantuvieron contacto permanente con las comunidades.
Al principio, las reuniones eran semanales; luego, cada quince días y, ahora, cada mes, para informar de los avances y escuchar las preocupaciones de los vecinos.