Este sistema de procesamiento de aguas negras o residuales, ubicado en barrio El Hoyón, tiene 38 años en funcionamiento, aunque su vida útil era de 20 años.
Aquí se recolectan y tratan los residuos del casco central y los barrios aledaños, donde residen en la actualidad 12.000 personas.
Ese número, sin embargo, supera la capacidad para la que fue creada, que era apenas de 3.000.
Esta situación hace que el tratamiento de las aguas se realice a medias, porque los residuos permanecen en reposo solo unos días, cuando lo correcto es que lo hagan semanas para tratar bacterias y enzimas especiales.
Se estima que solo un 50% de las aguas residuales son tratadas debidamente, aunque todas por igual son vertidas al río San Isidro.
Guillermo Sánchez, director de la Región Brunca del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), confirmó que este sistema de depuración de aguas está colapsado.
No obstante, dice, el responsable no es solo el AyA.
“La situación que se da es que en las aguas negras viene mucho material orgánico y químico que la gente tira por el drenaje y la planta no tiene la capacidad de procesar todo eso. Además, aquí viene el agua del hospital, salones de belleza y otros comercios que llegan sin ningún tratamiento”, explicó.
El problema, además, provoca malos olores que acompañan a diario a los habitantes de los barrios más cercanos como El Hoyón y Las Américas.
Según él, la situación se hace aún más insoportable durante las madrugadas.
“Muchas veces uno se levanta en la noche a cerrar las celosías porque es exagerada la hediondez que se respira. Incluso a veces cuando uno sale a caminar se le mete ese olor por la boca y en invierno todavía es peor”, explicó Fallas.
Rebeca Vargas, directora de la escuela de enseñanza especial, ubicada a 200 metros de la laguna de oxidación, se une a la queja.
“Ya nos acostumbramos a ese olor, pero igual a eso de las 6:30 a. m. es demasiado lo que huele, incluso un día a final del año pasado casi nos morimos con una ola de olor que llegó como a medio día; es terrible”, recordó la educadora.
De acuerdo con Fallas, ellos tienen años de luchar sin éxito para que AyA solucione el problema.
Lo mismo declaró José Ángel Hernández, quien es el presidente de la Asociación de Desarrollo Integral de Las Américas.
Según él, en el 2007 enviaron una carta al director regional del AyA, firmada por vecinos y representantes de instituciones, para saber si la laguna de oxidación se estaba sobreutilizando, así como cuáles eran las proyecciones.
Entre los firmantes había funcionarios de los ministerios de Educación y Agricultura, así como del Instituto Mixto de Ayuda Social y el Consejo Nacional de Producción, además de representantes de escuelas y colegios.
La solicitud se repitió un año después, con el mismo resultado.
El director regional del AyA aseguró que actualmente analizan opciones para construir otras dos lagunas de tratamiento para dar abasto con las necesidades. Además, se pretende mejorar la actual.
“Se están buscando nuevos terrenos para construirlas, más que todo como por el sector de Daniel Flores para abarcar esos lugares y que la actual concentre lo que llegue el centro de San Isidro”, dijo.
Aún no tienen una fecha.