Un precario panorama se vislumbra en la gestión de la nueva Ministra de Vivienda, colmado de ranchos hechos de latas de zinc y terrenos invadidos por familias pobres que claman por un techo digno, al tiempo que la clase media pide a gritos más opciones para tener casa propia.
Además, las ciudades crecen en forma desordenada, en ausencia de planes reguladores. Consciente de esta realidad, Irene Campos, experta en ingeniería, pero novata en la función pública, propone definir un plan nacional de vivienda, agilizar los trámites y abrir el diálogo entre los diferentes actores del sector.
Ya hay un trabajo elaborado que es una política de vivienda, pero lo que queremos hacer es construir, a partir de esa política, un plan nacional de vivienda, que tenga una perspectiva de quinquenio, pero un plan operativo de cuatro años, un proyecto país. Esa será la guía de trabajo. Consiste en una gran planificación.
Uno de los temas que más consume al Ministerio de Vivienda es la atención de precarios y tugurios, pero no solo esta población requiere de casa, la clase media también.
”El Ministerio debe procurar dar vivienda a todos los estratos sociales del país; claro, hay una necesidad específica de vivienda de interés social, pero hay un déficit para la clase media y clase media baja. Promoveremos la vivienda en esos sectores”.
Es un tema que hay que jugar en dos esferas, dar instrumentos financieros para que las personas puedan acceder al crédito y hablar con los desarrolladores para que exista más oferta.
Hay un proyecto de don Luis Liberman (vicepresidente de la República) para que el crédito sea más accesible a la clase media y media baja. Otro ingrediente es el bono diferido; tal vez la persona no califique para el bono ordinario, pero se le puede dar un subsidio. Por ejemplo, se le pueden aportar ¢ 2 millones, monto con el cual puede ir pagando un crédito; ese dinero se deposita en una cuenta y va ganando intereses. La idea es que para cuando se acaben los ¢2 millones, ya la capacidad económica de la persona haya mejorado y pueda seguir pagando el crédito. Este mecanismo aún no ha sido aprobado, pero hay mutuales interesadas, tenemos que definir los aspectos legales y técnicos.
Hay que ir a hablar con los desarrolladores de los proyectos; hay que buscar tierra en buenas condiciones, optimizar tecnologías de construcción. Llegar y decirles a los desarrolladores que ellos también tienen que realizar un esfuerzo. Hemos conversado preliminarmente con la Cámara de Construcción y está muy interesada.
Es imposible decir que en cuatro años se puedan solucionar los 340 precarios; hay que tener prioridades y planificación para mejorar las acciones, buscar nuevos instrumentos, ver los mecanismos de selección, revisar el esquema con que se otorgan los beneficios. Dar más allá de una vivienda, dar una solución integral. Dar comunidad, más que vivienda.
No tenemos una meta definida; sería irresponsable darla ahora cuando todavía no sabemos con cuántos recursos económicos vamos a contar. Lo que hay es una propuesta desde el Ministerio de Desarrollo Social para intervenir 10 cantones y 22 comunidades en extrema necesidad; dentro de las acciones se incluye mejorar la calidad de vida de los habitantes, con una intervención estructural de los barrios o con soluciones individuales.
La Carpio, Llanos de Santa Lucía en Cartago, Rincón Grande de Pavas, hay bastantes.
La primera alternativa es que la familia se quede en el sitio; es decir, realizar una intervención en el propio lugar. Los barrios se pueden arreglar con infraestructura y viviendas individuales; por ejemplo, de esta forma es como se debe atender la situación de La Carpio. Si definitivamente hay que sacarlos, porque el terreno sea riesgoso o simplemente no reúne las condiciones, lo haremos, pero no se tiene que sacar a toda la comunidad junta, se debe hacer por partes. Hay que ser creativo e innovador, pensar en altura, urbanizaciones con diferentes tamaños de lote, que sea como un barrio.
Hay una propuesta de Prugam (Planificación Regional y Urbana de la Gran Área Metropolitana) que hay que revisar y evaluar con todas las partes. Se debe buscar algo consensuado. Cada cantón tiene sus particularidades.