Con una bolsa de basura como almohada y una “cama” que viaja por la ciudad en un sucio cartón, los olvidados tejen historias de pobreza e indigencia, que quedan ignoradas en el ajetreo del reloj.
Son relatos que, atrapados en los brazos de la pobreza, terminan cada día del calendario entre las drogas y la delincuencia, sobreviviendo al monstruo urbano.
“A los 13 años, mi mamá nos abandonó; ahí acabaron todos los límites y empecé a consumir marihuana. Los vicios son progresivos y terminé vendiendo drogas y en adicción”, narró José Vargas, de 26 años.
Voz en línea. Aunque la situación es ya conocida, aún es ignorada. Es por ello que la organización Ejército de Salvación decidió retratar, mediante fotografías, en redes sociales la realidad de la indigencia en San José.
“El propósito es dar voz en las redes sociales a barrios que están invisibilizados y que no tienen acceso a estas tecnologías. Lo otro es capturar más voluntarios que formen parte de la iniciativa”, explicó Humberto Triviño, del Ejército de Salvación.
Las fotografías pintan el escenario con retratos de indigentes y los caminos de precarios a través de las redes sociales Facebook y Twitter ( @losolvidadoscr ).
“La gente nos puede escribir y ponerse en contacto con nosotros mediante las redes sociales. La idea es fortalecer la red de voluntarios que tiendan la mano a estas personas”, comentó Triviño.
En las dificultades de vivir a la intemperie, los cartones, el frío y el hambre son muy poco comparados con la sensación de perder todo después de cada recaída.
“Usted se puede imaginar lo difícil de recaer una vez que se supone que has dejado el vicio. Todo queda en nada y vos lo ves cómo cae por la borda. Eso es lo peor de vivir en la calle”, expresó Vargas.
El día sigue marcando su paso de 24 horas y el reloj continúa a su ritmo. Los olvidados permanecen en cada esquina, en los semáforos, en las alamedas de pobreza, que entre latas y contaminación hacen crecer los precarios.